Buscando falsos dioses políticos

Cada vez que pensamos en el verdadero Mesías, surge la persona de Cristo, nuestro Señor, quién fue sencillo, manso y humilde. Le precedieron todos los resultados que lo respaldaron como hijo de Dios: sanando, haciendo milagros y liberándonos de la esclavitud.
Si pasamos la lupa para el campo político, podemos contemplar un panorama muy diferente. Muchos desencantados por los errores de adefesios políticos, que los partidos tradicionales han llevado a los diferentes poderes de la República y que degastaron su imagen, provocaron que los militantes, contrarios y adversarios políticos se aprovecharan para abanderar una “falsa doctrina política” y ha provocado el advenimiento de mesías políticos y dioses políticos tan falsos o peores que los infractores políticos tradicionales a los que critican.
Cuando los equipos de futbol van mal, pierden campeonatos o copas, los adeptos se enojan, protestan, pero pocas veces cambian su equipo de futbol. Desafortunadamente, en la política si está sucediendo y esto, sumado a los indecisos o abstencionistas, es el caldo de cultivo que tiene a la otrora Suiza Centroamericana a las puertas de convertirse en un estado dictatorial de derecha o izquierda o peor aún, un narco estado y está a la vuelta de la esquina.
Es cierto que los partidos tradicionales deben poner sus barbas en remojo, sentar en el banquillo de acusados a los “sin vergüenzas” y expulsar a la gente inescrupulosa para renovar sus bases e incluir gente, buena, decente e idealmente joven con nuevos ideales.
Desafortunadamente, la democracia representativa y participativa se han conjugado para poner en jaque al país. Pasar a extremos anti democráticos no es la solución. Cualquiera se puede erigir como “el nuevo mesías político” de Costa Rica, pero antes, debe demostrar con hechos, resultados, dentro del marco de la legalidad y la institucionalidad, que ha sido la persona ideal para gobernar. No es solo suficiente que aparezca un “brabucón” que solo sabe hacer y buscar “broncas” irrespetando, criticando y pisoteando lo que se ha hecho, con la filosofía de solo ver “el punto negro en la pizarra blanca” para vender mentiras como verdades, típico de los sofistas de la antigua Grecia.
Todos estamos conscientes de que el país requiere una reingeniería o reforma del estado. Pero pretender acabar con la institucionalidad, solo porque alguien lo piensa o lo dice, no es el camino. Primero hay que tener un gran consenso nacional para identificar la problemática nacional y atacarla de raíz. Pero “amputar” el sistema y pasar a uno de extrema, la realidad latinoamericana y del mundo, ha demostrado que es un gran exabrupto y peor equivocación.
Se acercan las elecciones y en las convenciones internas de cada partido, todos los ciudadanos deberíamos acudir a votar por el más apto o apta para dirigir las riendas del país.
Quizás no tenemos más oportunidades para salvar nuestra amada Costa Rica de perder a la democracia y caer en un autoritarismo, tal como lo están viviendo otros países otrora democráticos.
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