Calidad, ética profesional, honestidad y mística

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Desde un humilde oficio, hasta la más connotada profesión, por la naturaleza de la existencia misma de cada actividad, lleva implícito cubrir las necesidades de la sociedad.  Las actividades humanas enfocadas en brindar bienes y servicios tienen un común denominador, el trabajo y el sagrado derecho al trabajo digno.

La sociedad que se denomine equilibrada, justa, progresista y saludable, como en otrora, en gran medida lo fue Costa Rica, no debe “tropezar con la misma piedra”, menos reiteradamente, como ha sucedido en las últimas administraciones, en que se descuidó la justicia social, las oportunidades y la reactivación económica.

Los entes encargados de defender los derechos del consumidor y el sagrado derecho al trabajo doblan el brazo, ante las presiones algunos sectores empresariales, en tiempos pasados, un simple bollo de pan por ley debía tener un peso específico y garantizar la calidad, aunado a un valor inalterable en todos los establecimientos comerciales.

Cito el ejemplo del pan que, dicho sea de paso, hoy en algunos casos parece ser aire envuelto en una delgada cáscara, sabor artificial, cuyo peso y calidad están por la libre, sin ningún tipo de control, como sucede con todos los demás productos de la canasta básica, sí estimado radioescucha, algunos así juegan con el pan de cada día de los costarricenses.

El derecho al trabajo digno se ve reducido ya que la tecnología lejos de aumentar la cantidad de trabajadores lo desplaza, con el auto cobro en los comercios, en la agricultura mecanizada y en la industria, aunado esto a la falta de fuentes de trabajo, lo que aumenta el desempleo, el empleo informal y amplía la brecha social.

La sociedad costarricense se polariza, desaparece la clase media, se concentra la riqueza en pocos grupos de poder. La pobreza y pobreza extrema aumenta, urge la adecuada lectura del avance tecnológico para orientar la educación en diciplinas acordes a dichos avances, para brindar oportunidades y trabajos dignos para toda la sociedad.

Es hora de que Costa Rica recobre aquella mirada cristiana, humanista y solidaria del “labriego sencillo”, señor presidente, señores diputados, ministros, alcaldes, empleados públicos y privados, empresarios y agricultores, todos al unísono es necesario hacer con calidad, ética profesional, honestidad y mística el trabajo.

A aquellos empresarios que solo se concentran en obtener ganancias, un llamado respetuso para que asuman la responsabilidad social que les corresponde, también a los políticos y empleados públicos, realicen su misión de servir a las personas y no servirse de las arcas del Estado, y finalmente a los trabajadores privados, sean el ejemplo de calidad, ética profesional, mística y honestidad en el desarrollo del trabajo.

La calidad, ética profesional, honestidad y mística, representan las herramientas para combatir la corrupción, la inseguridad ciudadana, el desempleo y así lograr la justicia social junto al anhelado progreso de Costa Rica.

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