¿Seremos realmente libres?

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¿Seremos realmente libres?
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Según el diccionario de la Real Academia Española ser libre significa: »Que tiene libertad y desembarazado o exento de algo considerado negativo’‘.


Cada vez que hay una imposición de un tercero y no la objetamos, no nos oponemos, dejamos de actuar con libertad y con convicción personal, para hacer la voluntad de otro u otros. Al reflexionar sobre esto, nos encontramos una serie de limitantes, que nos deben hacer meditar, ¿Qué tan realmente libres somos?


Uno de los pilares fundamentales de la libertad, es el acceso libre y gratuito a la educación. En Costa Rica, garantizado constitucionalmente; aclaro, aunque no necesariamente educación implica conocimiento.


Siendo estudiante, recuerdo manifestaciones públicas para exigirle al gobierno la aprobación de un presupuesto decente para la educación. Hoy, veo con decepción, cómo decayó la calidad académica de nuestras instituciones. El famoso apagón educativo es tan solo un ejemplo. En compensación, muchos padres han tenido que hacer sacrificios para brindarle educación privada a sus hijos, supuestamente para darles mayores ventajas. Pero son pocos, comparado con la gran mayoría, que no tiene acceso a ese privilegio, polarizando la sociedad, entre los que pueden y los que no. Al rato, la calidad en estos centros privados no es mejor. El punto es un tema de oportunidad e igualdad que no existe.


Lo mismo sucede en el sector de la salud, en las oportunidades de trabajo, pensiones dignas, salarios, equidad de género, el acceso a servicios públicos, etcétera. Sólo por mencionar un ejemplo, la discriminación que existe hacia los profesionales mayores de 40 años, que, por su edad, no consiguen trabajo en este país «de la igualdad, la fraternidad y hermandad».


Cuando organismos internacionales u organizaciones privadas, imponen sus criterios ideológicos en un país a cambio de favores o dinero, mancillando su soberanía, deja muchas dudas sobre la verdadera Libertad que se tiene. Cuando vienen relatores de entidades supranacionales, organizaciones privadas o cuando un presidente de una potencia mundial, impone políticas y prácticas que no representa los intereses del mismo, sino, de los grupos y élites de poder.


El descarado adoctrinamiento de nuestros hijos con ideologías ajenas a nuestros principios y valores, es otra muestra de enajenación de nuestra libertad. O la imposición de disposiciones que atentan contra la vida y son de lesa humanidad, es otro ejemplo.


¡Cómo nos hace falta un Juanito Mora!, que saque de nuevo la bandera de la libertad y dignidad nacional, que convoque a varones de temple y así derrotar a ese filibusterismo ideológico, enajenador, típico de los vende patrias.

Para así poder cantar con efectiva libertad: «Sepamos ser libres no siervos menguados, derechos sagrados la Patria nos da…».

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