Satisfacción por lo que hacemos

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El ser exitoso es un tema que está muy de moda, máxime cuando se comienza un nuevo año, no obstante, este concepto, muchas veces, es mal comprendido. Por ejemplo, en Occidente se tiende a asociar el éxito al hecho de pertenecer a un estatus social alto, a poseer varios títulos universitarios, a vivir en un residencial de lujo, a tener el carro del año, a ser un asiduo viajero, a tener una abundante cantidad de dinero en la cuenta bancaria o a ser alguien reconocido públicamente…

Con ello no digo que esté malo disfrutar de esto; si se puede hacer, pues enhorabuena. El problema es centrar nuestra satisfacción personal solo en lo material hasta el punto de considerar el éxito únicamente desde el «tener»; o, peor aún, llegar a despreciar a quienes no viven este tipo de realidades.

En este sentido, hay que asumir con mucho cuidado qué implica ser exitoso. Recordemos que la palabra éxito proviene del latín exitus que significa obtener «resultados felices». Entonces, en su esencia, el éxito tiene que ver con la satisfacción que cada quien siente por lo que es su vida; por lo que realiza en su vida, y si esto repercute positivamente en los demás.

Aún más, perfectamente se puede ser exitoso siendo austero, por ejemplo, Gandhi logró la independencia de la India mediante la mansedumbre y recibió en vida, de parte de su pueblo, el título de Mahatma que quiere decir «Gran alma en Sánscrito», uno de los más altos honores dada a una persona en esa parte del mundo.

También se podría mencionar el caso de la Santa Teresa de Calcuta, apegada a la sencillez, la entrega y al amor al prójimo, quien logró reconocimientos mundiales como el Premio Nobel de la Paz. Ellos, más allá de dichos reconocimientos, tenían en común que eran felices con lo que realizaban; esa era su elección, su vocación, su gran motivación y el acicate de su éxito en sus vidas.

Por lo cual, si el éxito se aborda como aquella manifestación donde se trata de saber identificar los talentos y las fortalezas que uno posee y explotarlos al máximo; de amar con extrema voluntad lo que uno realiza; de ser fieles a nuestros principios e ideales; de no quedarse definido solo por el «tener»; y si, además, estas acciones repercuten en el provecho de los demás, entonces uno podría considerarse, realmente, una persona exitosa.

Recuérdese que ciertamente el ser exitoso o no puede ser un asunto muy relativo, especialmente en esta sociedad tan competitiva y materialista, pero lo importante es seguir teniendo una actitud de compromiso, entrega y amor por lo que se realiza.

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