Privilegio y deber patriótico emitir el sufragio en las elecciones del 2026
El abstencionismo electoral es un fenómeno recurrente en las últimas décadas, no sólo para elegir al presidente y diputados, también se extienda a las elecciones municipales, así como votar en blanco o nulo; es motivo de gran preocupación en para la democracia de Costa Rica. Esto por cuanto en primera vuelta, es decir en febrero, los votos nulos y en blanco, junto con el abstencionismo no cuentan para el cálculo del 40% de los votos válidos emitidos, porcentaje necesario para elegirse en primera vuelta.
Otra razón que agudiza el problema, es el desinterés y apatía generalizada en un sector de la población, que cree que su voto no hará una diferencia significativa.
El detonante detrás de esas conductas, principalmente, es la desconfianza en el sistema político e institucional, mismos que para algunos brinda percepciones de corrupción, demagogia, inoperancia, impunidad e inacción. Esto provoca el debilitamiento de la confianza entre los gobernantes y los costarricenses.
Los factores socioeconómicos juegan un papel importante, la pobreza y la falta de educación, en alguna forma persuaden a ciudadanos de no votar, en especial aquellas en situación vulnerable, este paradigma de impotencia es necesario eliminarlo. Todo voto debe ser inteligente, demandante y estudiado, cuenta en favor.
Costa Rica ha sido históricamente reconocida por su estabilidad democrática, el respeto al Estado Social de Derecho y la fortaleza de las instituciones. Sin embargo, en los últimos años, diversos factores han erosionado ese prestigio, sobre todo internamente, el distanciamiento entre los tres poderes de la República así lo demuestra.
De cara a las elecciones nacionales del primero de febrero del 2026, una de las principales preocupaciones de los costarricenses. es la seguridad ciudadana, lo que debe ser abordado por los candidatos a la presidencia, repensando las estrategias con proyectos realizables a corto y mediano plazo.
La infraestructura vial deteriorada no da abasto, afecta a todos los costarricenses, la productividad nacional, el turismo y la economía en general. Esta junto con la inseguridad ciudadana ponen de manifiesto la incapacidad de los gobernantes y deteriora la confianza de los costarricense y imagen de Costa Rica.
La educación es otra página negra, catalogada como “la década perdida”, con la crisis educativa desde el 2018; apagón educativo que perjudica a los sectores vulnerables. El ambiente, el agro y la salud, no escapan del abandono estatal, los gobernantes perdieron el norte de gobernar para las mayorías y no para las élites.
Ejercer un voto analizado, responsable, inteligente y demandante de acciones libres de demagogia, con proyectos sensatos y realizables, concordantes con la idiosincrasia democrática del costarricense, el Estado de Derecho, es un acto de pertenencia, patriotismo y responsabilidad ciudadana.
Costa Rica no merece la indiferencia, indolencia y el “pota mí”, tampoco la irresponsabilidad de no votar de forma efectiva, no merece sucumbir por acciones corruptas de unos zánganos aprovechados y enquistados políticos. Costa Rica necesita de su estudiado y responsable voto, para salir de la crisis de valores.
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