Obtener confianza en la vida y en los negocios

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Obtener confianza en la vida y en los negocios
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Hay un libro muy bueno que recomiendo a todos los estimables radioescuchas, escrito por Ryan Holiday y Stephen Hanselman que se llama “El Estoico Diario”. El libro tiene pensamientos de filósofos para cada día del año, incluyendo años bisiestos y uno de esos pensamientos es cómo entender la base de la confianza. Si se quiere poder confiar en otra persona en la vida y en los negocios, hay que observar esta característica: la consistencia.

Decían los filósofos antiguos que a como se piensa, hay que hablar y a como se habla, hay que actuar. Estos tres elementos de pensar, hablar y actuar conforman la consistencia y, la consistencia de las personas, es la base para actuar. Esta confianza se traduce a la pareja, a la familia, a los amigos, a los socios de negocios, a los compañeros de trabajo y a la sociedad en general. El punto de partida son los principios, que podrán variar de persona en persona, porque no todos pensamos igual, pero siempre hay una base en común.

He ahí la importancia de conocernos a nosotros mismos, porque, para saber pensar, debemos ser pensadores críticos, es decir, analizar las cosas por lo que son; cuestionarlo todo con este pensamiento crítico, de manera que cuestionemos cuando veamos inconsistencias, no cuestionar por cuestionar simplemente y, sobre esta base aceptar los hechos por lo que son y dejar que los hechos nos lleven a la verdad.

La consistencia es la base para poder confiar en los demás. Las estafas, desfalcos y otra serie de delitos, son producto de la inconsistencia de las personas. La confianza se da también con la disciplina, ejemplo de ella es la disciplina japonesa, no la que quieren los dictadores y aspirantes a dictadores.

Ser consistente es tener orden, saber organizarse, saber establecer prioridades, aprender a diferenciar entre lo que es urgente, lo que es importante y lo que no lo es. La consistencia viene de la mano de la transparencia, la limpieza y la puntualidad, para tener la capacidad, como dice un amigo, de tener un observador dentro de nosotros, donde tengamos una consciencia más allá de la consciencia para vernos a nosotros mismos, para ver no solo lo malo, sino también lo bueno y así conocernos.

La consistencia también emplea al amor, pero no al amor romántico, sino al amor como lo ha definido Erich Fromm, en dar sin esperar nada a cambio, pero sabiendo establecer límites, para que no haya abusos; con cooperación, ayudemos a nuestro prójimo, fomentando la confianza que es la base para que una sociedad avance. Esto implica empezar por lo más básico, conocernos a nosotros mismos y, dentro de esa consistencia respetar el derecho el ajeno.

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