No hace falta inventar el agua tibia, solo auditar.

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No hace falta inventar el agua tibia, solo auditar.
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Cuando el muro de Berlín cayó, Alemania se vio con el gran problema de incluir a una región improductiva, como lo era Alemania del Este, con la Alemania Occidental. Para ello, fueron prácticos, contrataron a un auditor externo e imparcial que identificó los problemas y realizó propuestas.

Hoy, Alemania es el motor económico de la Unión Europea y Costa Rica podría usar ese ejemplo para auditar al Estado y dejar de una vez por todas, de dar tumbos en la oscuridad sobre cuáles problemas tenemos y cómo resolverlos.

He tenido la oportunidad de conversar con diversos líderes de la política nacional y los puntos de vista son variados sobre cómo resolver los problemas nacionales. Las diferencias ideológicas, inclusive entre miembros de un mismo partido, llevan a la falta de consensos y esto se refleja en las fracciones legislativas, directorios legislativos y en las propias dirigencias de los partidos.

Se puede observar el entorno, para obtener evidencia empírica, pero nada sustituye a la aplicación rigurosa del método científico, porque la evidencia empírica es esto, indicios de hechos conocidos que dan pie a suponer la existencia de hechos desconocidos, pero la rigurosidad del método científico permite mayor claridad porque, precisamente, la ciencia no tiene ideologías y da respuestas más claras.

Si la evidencia científica determina que el curso de acción a seguir es A, aunque yo apoye B o crea que B es mejor, debo aceptar los hechos y reconocer que A es el curso que debo seguir. Esto es precisamente lo que las auditorías hacen, por ello, Estonia decidió que su gobierno fuera completamente digital y la India ha tenido mejoras significativas en su función gubernamental después de esas auditorías.

Auditar e identificar los problemas país muy probablemente revele situaciones irregulares, la necesidad de abrir monopolios, reducir trámites, eliminar subsidios, reducir planillas estatales y mejorar sistemas de contrataciones administrativas, pero no lo sabremos en tanto no se den las auditorías para poder determinarlo.

La política del siglo XXI no puede seguir siendo de ocurrencias, sino que debe ser rigurosamente científica y ello implica que las auditorías al Estado y a sus instituciones deben darse todos los años, con total transparencia, para que así la ciudadanía sepa qué se hace con los impuestos pagados.

Naturalmente, habrá muchos opositores a esas auditorías, pero muy probablemente una gran mayoría de ellos lo haga porque sus intereses se verán afectados. Esto será muy importante, pues así los costarricenses sabremos quiénes se benefician con el desorden actual en el país.

Como bien dijo el teólogo y matemático inglés William George Ward: “El pesimista se queja del viento. El optimista espera que cambie. El realista ajusta las velas”. Auditar seria y responsablemente es eso, ajustar las velas.

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