Mensaje a las madres

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Mensaje a las madres
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Generalmente en el mes de agosto siempre pensamos en el Día de La Madre. Lo usual es pensar en flores, tarjetas, regalos, invitaciones a almorzar o cenar, etc.

Todos indistintamente usamos las expresiones “Eres la mejor mamá del mundo”, “Mi madre es perfecta”, “Te quiero hasta el cielo” y otra serie de frases o pensamientos que si bien son ciertas, son frases cliché copiadas a lo largo de los años desde nuestros años de escuela.

No obstante, la validez  de nuestras palabras está ligada y tendrán su razón de ser,  sí efectivamente,  nosotros como hijos o como hijas hemos actuado consecuente y coherentemente a lo largo de nuestra vida.

Tenemos que ser sinceros y muy a nuestro pesar reconocer que no siempre hemos sido los hijos o hijas perfectas de una madre que ha tratado de ser perfecta.

Hemos cometido errores, hemos desobedecido  y en alguna ocasión incluso desestimamos los consejos de nuestra madre buena, que nos brindó sus embelesos y nos envolvió en sus besos. No hemos sido agradecidos muchas veces con esa mujer que nos meció en la cuna, esa mujer que nos enseñó de niños lo que vale el cariño, exquisito, profundo y verdadero.

Recordamos en este mes a esa gran mujer que nos arrulló en sus brazos y que nos dio en pedazos uno por uno el corazón entero.

Algunas ya ancianas, a ratos desprotegidas, anuladas, desoladas y solitarias porque no han tenido o no  tienen ahora mismo un hombro en el cual recostar su cabeza en tiempos  de angustia y preocupación.

Les enviamos nuestro mensaje de admiración a todas estas mujeres que con todo tipo de limitaciones, quizá sin estudio y sin apoyo de un buen esposo, nos dieron la vida, ternura, cariño y que lloraron de alegría sintiendo nuestra cabeza en su regazo. 

Estamos atravesando momentos muy difíciles, la situación económica en estos días es complicada,  Probablemente no habrán regalos, ni abrazos, ni besos.

En este tiempo de prueba,  hagamos un esfuerzo para  entender y comprender mejor a nuestras abnegadas y valerosas madres y a compartir sus penas y alegrías.

Para ustedes queridas madres, por sus sueños, por sus desvelos, por sus caricias, por sus besos, por sus bendiciones, por sus abrazos, por sus consejos, por sus regaños, por su tristeza, por su coraje, por su infinito amor que no se extingue aunque nosotros en nuestro papel de hijos, no hemos sido los hijos amorosos perfectos que nuestras madres hubieran deseado.   

¡GRACIAS POR SER MI MADRE!

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