Los hombres no son hijos de las circunstancias, las circunstancias son hijas de los hombres

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Los hombres no son hijos de las circunstancias, las circunstancias son hijas de los hombres
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En la vida nada es casualidad, todo lo que ocurre es causalidad, o sea cada situación es producto de una causa y el resultado es el efecto de esta, es lo que conocemos como “La ley de la causa y el efecto”.  Tanto los hombres y las mujeres no son hijos de las circunstancias, sino al contrario, las circunstancias son hijas de ambos. Esta propuesta axiomática pertenece al escritor, destacado político y aristócrata británico Benjamín Disraeli quien fue dos veces primer ministro en el Reino Unido.

Cada persona es responsable y arquitecto de su propio destino. Todos sin distinción alguna recogeremos el fruto de lo que hayamos cosechado en los últimos días, meses o años. Si plantamos rosales y miel, recogeremos siempre rosas y mieles sabrosas, si plantamos odio, recogeremos sin duda amarga hiel.

No hay casi nada incierto, nuestro presente es el resultado de una larga cadena de situaciones que día a día hemos construido.  Nada es casualidad, nuestra felicidad actual es la consecuencia de las decisiones que tomamos tiempo atrás y, si lamentablemente no nos está yendo bien ahora mismo, es debido a las múltiples equivocaciones que hemos cometido. 

Nada es casual, todo responde a una causa. La situación lógica de nuestro estado de vida obedece y se desprende de las acciones que realizamos.  Entonces… hagamos las cosas bien, arreglemos lo que haya que arreglar, todavía estamos a tiempo de cambiar o por lo menos mejorar el devenir de nuestro destino.

En el Libro del Génesis en la Biblia, capítulo 1, versículos 1 hasta el 31, podemos ver como Dios creó los cielos y la tierra, la tierra era un caos total y las tinieblas lo cubrían todo y luego Dios en un plan estrictamente ordenado fue creando la luz. separó las tinieblas, hizo el firmamento, ordenó las aguas, la tierra, puso el sol, la luna, las estrellas, los seres vivientes, marinos, alados y terrestres y por último creó al hombre y a la mujer.

Gran parte de la confusión y el malestar de los seres humanos es el gran desorden en que vive y realizan los proyectos; como decían nuestros abuelos, este mundo está de cabeza y lo que mal empieza, mal termina en todos los ámbitos de la vida y en todos los estratos sociales.    

La vida puede ser bella si utilizamos para pintarla, el lienzo específico, los colores adecuados, los pinceles correctos y la técnica magistralmente apropiada.

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