La democracia como forma de gobierno no está en crisis

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La democracia como forma de gobierno no está en crisis
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Nuestro régimen democrático ciertamente es perfectible, como ya se sabe, pero no por esto debemos perder de vista lo mucho que nos ha aportado para vivir en paz. El hecho de estar en crisis de crecimiento nos es sinónimo de ineficacia, tal como, lo dice un profesor internacionalista experto en democracia en la Universidad de Nueva York.

Algunos se esconden y participan de la democracia ocultando su preferencia  por regímenes totalitarios, generalmente adheridos a la izquierdista radical o socio-marxista, como lo hemos visto recientemente en otros países. Aquí en Costa Rica seguiremos viviendo en democracia, la tercera del mundo, según lo tiene definido el Barómetro Político Latinoamericano, con sede en Chile.

No olvidemos que nuestra democracia se comenzó a construir y a consolidar desde el 15 de setiembre de 1821, cuando nos separamos del Reinado español.  Esta es la fecha de nuestra independencia; ya cumplimos 200 años. Sigamos disfrutando de este singular tesoro inmaterial. Lamentablemente, no todos los países lo tienen; de ahí la importancia del voto. A este sólo lo mata el abstencionismo. Semejante mal se combate, como todo en la vida, a base de esfuerzo y vencimiento de la pereza, del indiferentismo y la comodidad; así, fácilmente, se pierden los tesoros.

Al final de la existencia todos partiremos de este mundo, hagamos lo posible para dejarlo con las manos llenas de obras para bien de otras personas y de la Patria. Asimismo, no perdamos de vista la rendición de cuentas. Luchemos por conservar nuestros triunfos, nuestras conquistas, nuestra democracia.

Aquí cabe contar una anécdota acorde con la humildad y la sencillez, características del ser costarricense. Lo siguiente me lo contó una de las secretarias en la Contraloría General de la República, era la secretaria del contralor general de la República, y su compañera del subcontralor: ambas secretarias participaban en el café de la tarde junto con sus superiores y los cuatro se estaban a disfrutarlo y a conversar. Esto es un vivo ejemplo de nuestra democracia y un ejemplo manifiesto de una  sana y siempre respetuosa convivencia.

Vivir en democracia es lo mejor, pues se enriquecen el respeto mutuo, la fraternidad, la humildad y la sencillez. Además, el mundo se entera de cómo el poder, el éxito, el bienestar y el prestigio personal deben crecer en otra tierra, en otro suelo, y donde no los aplasten el sol, la falta de raíz y la falta de abono.

El mundo se hace grande y justo, cual árbol frondoso, cuando en él imperan la verdad, la justicia, la solidaridad, el amor y la paz.

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