La amenaza a la radio y la desaparición del contenido gratuito en Costa Rica

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Dijo el filósofo y comunicólogo Marshall McLuhan que la radio afecta a la gente de una forma muy íntima, de tú a tú, y ofrece todo un mundo de comunicación silenciosa entre el escritor-locutor y el oyente.

La radio tiene un toque de misterio y magia que tanto suele gustar y que, si se utiliza bien, atrapa como ningún medio a su audiencia. Potencia la imaginación del oyente, quien no tiene más remedio que beber cada palabra que sale a través del receptor. La radio utiliza con gran maestría el instrumento más hermoso y dinámico que existe, lleno de matices y detalles que lo convierten en una experiencia nueva cada día: la voz.

No obstante, la radiodifusión costarricense enfrenta tiempos difíciles. Una vez más el presente Gobierno de la República amenaza uno de los derechos fundamentales de todo ser humano: La libre expresión.

El país, tal y como lo hacen otras varias naciones en el mundo, reservó la radiodifusión abierta y gratuita en varios instrumentos internacionales, declarándola no sujeta al pago de derechos de autor y de propiedad intelectual, más que en función de lo que establece la legislación interna de nuestro país.

Sin embargo, el Gobierno de la República modificó esto y ahora tiene enfrentados a radiodifusores, autores y compositores. Enfrentados en reclamos económicos que de concretarse provocarían el cierre de muchas emisoras.

El gobierno optó por desatender los compromisos adquiridos por el Estado costarricense poniendo en riesgo uno de los medios de comunicación más democratizadores y populares en Costa Rica. La radio.

En el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos se incluyeron cláusulas de salvaguarda y garantía para evitar que en Costa Rica se generara una situación en que todo acceso a radio, televisión, a la información y a la libertad de expresión se limite a quien pueda pagar.

Es preocupante que las decisiones de un gobierno de turno ponga en entredicho la libertad de expresión que se ejerce de forma gratuita e independiente que se ejerce a través de las emisoras de radio que están siendo llevadas a tribunales por lo que se considera cobros excesivos por parte de las empresas disqueras y de autores.

Las multinacionales de la música quieren que todo contenido se cobre, por lo que el acceso gratuito, como la radio y la televisión abierta resulta incompatible en nuestros tiempos.

El radiodifusor debe, por mandato de ley, proveerle ese servicio a todo el que por cualquier motivo no pueda o no quiera pagar por un servicio distinto.

Como músico que fui, exhorto a los que una vez fueron mis colegas a no creer la fábula de que los reclamos de las transnacionales les va a proporcionar un ingreso económico importante. La realidad es que las grandes disqueras son las que van a salir ganando con el panorama actual  y lo sobros son los que le darán a los artistas nacionales.

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