Humildad, perseverancia y tenacidad

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Humildad, perseverancia y tenacidad
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Ingredientes como humildad, perseverancia y tenacidad no deben faltar en la vida diaria. Son básicos para llegar a ser mejores. Es decir, seres marcados por un sello de calidad, por la exigencia de hacer bien las cosas que tenemos entre manos. Humildad, perseverancia y tenacidad son elementos indispensables  en toda empresa humana, si se quiere triunfar.

Quien desprecia dichos ingredientes, no logra la dicha de alcanzar la lucha de la vida. Esta lucha imprime humildad, a sabiendas de que podemos fracasar, a su vez, facilita la toma de decisiones y aleja el fantasma de las dudas. Este espíritu de triunfo le hace falta al país para derrotar el pesimismo, el cansancio y la huida del deber y del cumplimiento de las obligaciones. Debemos seguir siempre adelante. La tarea consecuente será comenzar y recomenzar.

Dejemos de amarnos tanto a nosotros mismos y, también, debemos olvidarnos de la soberbia y la autosuficiencia. Conviene preparar el viaje final, unos primero y otros después, pero vendrá.

Despertemos: mañana puede ser tarde. La vida futura está a la vuelta de la esquina esperando que salgamos por ella. Si nos sobra el tiempo, ocupémoslo en algo útil, ya sea visitando a un enfermo, a una persona sola o abandonada, escuchando música, escribiendo, pintando, caminando o visitando un parque nacional. Hasta podría pensarse en tomar un autobús y pasear por las distintas ciudades del país.

Asimismo, a veces caminamos a ciegas y olvidamos el inmenso futuro de una alma inmortal. Pensemos con frecuencia en estas cosas, no solo en lo material. Por cierto, cuidemos y protejamos el mundo en que vivimos, que si bien no se protege solo, es nuestro deber convertirlo en un mundo humano y habitable. Tampoco olvidemos que para hacer un trabajo de calidad, sin chapuzas, median dos requisitos: exigencia personal y tenacidad, con el fin de colocar la última pieza o la última puntada. Solo así se alcanza el destino superior del ser humano, ser que no fue creado para la mediocridad, sino para la victoria.

El mundo podría estar mejor, mas le hace falta volver a la regla de oro de las relaciones humanas: decir y hacer las cosas con cariño. O sea, también recordar que servir es amar, y amar es servir.

Existen otras ventajas dignas de aprecio, como disfrutar de un Estado de Derecho y de la democracia más ejemplar del continente americano y el Caribe. Sin embargo, tenemos un país atrasado, pobre y una solidaridad social poco enraizada en el bien común.

Ojalá nuestros políticos logren un avance donde la humildad, la perseverancia y la tenacidad no brillen por su ausencia.

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