Hipocresía

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La tesis que llama a conservar el medio ambiente es totalmente entendible, y por demás respetable, sin embargo, pareciera existir una excepción a la regla, no para bien, entre quienes se oponen a la exploración, explotación y aprovechamiento de los recursos naturales, Crucitas.

En esta zona de la región del norte de Costa Rica existe un área montañosa que guarda una importante cantidad de oro dentro de sus tierras tan a la superficie que por años cientos de coligalleros, en su mayoría nicaragüenses, la han logrado sacar ilegalmente, sin mayor problema y sin mayor equipo.

De hecho, en los últimos días, los extractores ilegales lograron robarle al país pepitas de 1 kilo de oro puro. El desastre ambiental y las pérdidas económicas de este recurso natural son incalculables.

Por razones puritanas, convenientes y hasta cuestionables, se dio una oposición frontal contra la explotación de oro por vías formales, no solo de Industrias Infinito, sino de cualquier otra vía que significara orden y bien para la región y la Patria.

Muchos países han logrado crear un fondo de provecho solidario y universal para sus habitantes gracias al aprovechamiento de recursos naturales de todo tipo, principalmente de petróleo.

En nuestro caso el depósito de oro, no solo de Crucitas, es tan importante que su exploración y eventual extracción o bien su uso administración inteligente podría sorprendernos, pues nos permitiría financiar la obra pública de vías, aeropuertos, puertos, escuelas, viviendas y fortalecer el régimen de pensiones.

El tema es muy sencillo de exponer: donde hay orden está Dios. Es más que obvio que en este momento lo que reina en Crucitas es la ley de la selva, gracias a que unos cuantos no dejan que se ponga un orden que beneficie al país y, claro, muchos se aprovechan de eso.

Todos podríamos vivir mejor, Costa Rica podría resguardar el futuro de su gente, el desarrollo podría ser una realidad y podríamos tener una mejor posición geopolítica en el mundo, pero en lugar de eso, la defensa hipócrita de algunos que usan como escudo un tema que mueve sensibilidades, como lo es el medio ambiente, los termina haciendo corresponsables de lo que hoy pasa.

Incluso entre los corresponsales hay ya varios gobiernos puritanos que han vuelto la cara y no han hecho nada con Crucitas, entregando por inacción esta zona y nuestro patrimonio al mejor postor.

Esa hipocresía debe detenerse, Costa Rica debe poner orden y reclamar lo que le pertenece, todo de la mano de la sostenibilidad ambiental que siempre debe y puede resguardarse.

Tanto quieren proteger al país de un daño ambiental que ya tenemos un impacto negativo de proporciones incalculables.

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