¿Hay privilegios en las universidades públicas de Costa Rica?

En cada una de las negociaciones anuales del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES), un sector de la población retoma, principalmente en redes sociales, el discurso recurrente que señala supuestos “privilegios” dentro de las universidades públicas costarricenses.
¿Privilegios? Sí, claro que los hay. Pero no en el sentido que muchos imaginan. Hay privilegios para cerca de 200 mil estudiantes que, en este país, tienen acceso a una educación superior pública que les abre las puertas a una mejor calidad de vida, tanto para ellos como para sus familias, y muchas veces sin tener que abandonar su comunidad de origen.
Existen privilegios para 55.680 estudiantes que lograron ingresar a la universidad gracias a una beca socioeconómica. Jóvenes que, con esfuerzo y compromiso, aprovechan la oportunidad de formarse en las aulas y en entornos virtuales, construyendo un futuro más próspero.
También hay privilegios para alrededor de 2.500 personas indígenas o estudiantes de colegios ubicados en territorios indígenas que, desde sus territorios, mejoran poco a poco su entorno familiar y comunitario, preparándose para alcanzar condiciones de vida que antes parecían inalcanzables. Para ellas y ellos, la Universidad representa desarrollo para sus pueblos y acceso a empleos dignos.
Por supuesto, existen privilegios para quienes, desde sus comunidades, se benefician de los proyectos de investigación, acción social y extensión universitaria que impulsan el desarrollo territorial y llevan la universidad más allá de la Gran Área Metropolitana, promoviendo la equidad y la igualdad de oportunidades.
Entonces, ¿quiénes son las personas que no valoran la educación superior pública? En muchos casos, son quienes no han tenido acceso a información cercana sobre el impacto real de la universidad pública. A menudo, son personas que no pudieron continuar sus estudios y que, quizás sin pensarlo, no dimensionan el futuro de sus próximas generaciones sin educación pública. No consideran que, sin este sistema, sus hijos o nietos tendrían menos posibilidades de salir adelante.
Hoy, el acceso a una carrera universitaria puede comenzar desde la misma educación secundaria, mediante iniciativas que impulsan las mismas universidades públicas, como el Colegio Nacional de Educación a Distancia (CONED) y el programa de Bachillerato para la Empleabilidad y el Emprendimiento de la UNED, ambos respaldados por el Ministerio de Educación Pública (MEP). Estas puertas abiertas son fundamentales para quienes buscan superarse.
La educación superior pública es sinónimo de acceso, desarrollo y oportunidad. Es un mundo de conocimiento que permite a miles de costarricenses ampliar sus horizontes, mejorar su posición social y acceder a mejores empleos.
Si hoy la educación superior pública le parece lejana, si aún no conoce su oferta académica, sus proyectos o iniciativas, le invito a reflexionar sobre el cambio positivo que la universidad pública puede aportar a la vida de sus hijos, nietos y futuras generaciones.
Como sociedad, tenemos la responsabilidad de defender y fortalecer la educación superior pública. Porque defenderla es, en definitiva, defender el futuro de todos.
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