Edificando a Costa Rica

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Edificando a Costa Rica
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¿Hacia dónde deseamos conducir este país nuestro? ¿Qué debe de construirse y qué debe de transformarse o cerrarse? Estas preguntas deberíamos estar haciéndonoslas los costarricenses y nuestros dirigentes todos los días. Quienes dirigen el país deben pensar, planear y construir el marco estratégico necesario para proyectar a Costa Rica hacia el futuro, hacia el desarrollo, hacia una sociedad cada vez más democrática y más igualitaria.

Escuchamos pleitos, descalificaciones e insultos todos los días en todos los medios. El pleito y la confrontación es hoy una moneda de uso común en nuestra arena política. El insulto no construye. Las descalificaciones no forman institucionalidad. La agresión de los gatilleros menos aún. ¿Cómo construimos este país? ¿Cómo logramos la unidad de los costarricenses en torno a un ideal, un programa de país, una aspiración de estado? Una casa dividida no sobrevive. La polarización social extrema imposibilita el dialogo de altura. La división social y el uso electoral de la lucha de clases tampoco.

Quienes han levantado la bandera de la anti política para desacreditar todo lo hecho en el pasado, así como acabar con las organizaciones política que construyeron el país han tenido éxito en su tarea demoledora. Hoy muchos costarricenses afirman que todo lo hecho en los últimos cuarenta años es basura.

Hay que construir más e insultar menos. Hay que pensar más y descartar los estereotipos que nos han vendido. No se debe destruir nunca la difícil tarea de construir, organizar, moldear la institucionalidad con la que el país deberá superar los problemas y proveer soluciones enriquecedoras y perdurables a la población.

La construcción de un país debe de ser una tarea que trascienda en sus positivas consecuencias el presente y se interne en el futuro. El vacío de soluciones para acabar o mermar algunos de nuestros problemas se siente y perdura no así la agresión de Tirios o Troyanos.

La lucha por la excelencia y el permanente reto por mejorar el nivel de conocimiento de quienes nos dirigen se encuentra lamentablemente detenido y paralizado. La inteligencia y la excelencia se han visto reemplazadas mayormente por la mediocridad. Nada construye un insulto ni una descalificación. La construcción de un país es cosa muy seria, técnica, visionaria y compleja.

El consenso no se trata de destruir a los que piensan y construyen diferente a nosotros, se trata justamente de incorporar los elementos que los hacen discrepantes para un mejor devenir del país y del sistema. Democracia e imposición no van juntas y son excluyentes.

La seriedad y la altura, la prevalencia de las ideas y el objetivo nacional de crear y de recrear el país deben de ocupar permanentemente nuestra atención.

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