Cadencia

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Cuando escuche este comentario, tres amigos caminamos el ascenso hacia la cumbre más alta del país, el imponente cerro Chirripó, Walter Calderón Sánchez, Heriberto Valverde Castro y yo, José Luis Valverde Morales, entre los tres sumamos unos 215 años, si juntáramos las existencias, estaríamos en tiempos de la conquista.

Las razones para tal aventura son diversas, Heriberto se lo propuso, como un pendiente en su prolífica vida de comunicador y docente; en lo personal, me indignó cuando algún burócrata de la Organización Mundial de la Salud, mocionó, declararnos automáticamente enfermos por el pecado de llegar a los 65 años, lo que casi se aprueba, de no ser por la revuelta universal y Walter es un asiduo visitante de las cumbres, cómplice de esta aventura.

Todo en la vida demanda preparación, conquistar los más de 3.800 metros del imponente macizo, como cualquier empresa en la vida no debe obedecer a la improvisación, el capricho, el pago de la factura puede resultar elevado.

Es importante el entrenamiento previo, a las cumbres no se les vence en la altura, se conquistan con entrenamiento, disciplina, estudio, el adecuado avituallamiento, si bien el éxito nunca está garantizado, al menos se minimizan los riesgos del fracaso.

Antes de emprender el viaje se deben valorar los imprevistos, preparar el equipaje, procurar consejo, disponerse a disfrutar el camino, no solo pensar en la llegada feliz, consecuencia lógica del análisis cuidadoso de los detalles.

Los expertos en senderismo coinciden en la cadencia para culminar con éxito la aventura, el paso acompasado al ritmo individual, nunca pretender aventajar al otro, escuchar al cuerpo, fijar la mirada en los detalles del camino, sin perder la oportunidad de detenerse a contemplar el paisaje, un campesino de San Antonio de Escazú, habituado a subir cerros lo definiría en una expresión: ¡Al golpe!

Traigo a colación la vivencia del Chirripó por el arranque del nuevo gobierno, usualmente hay una regla no escrita de concederle cien días, para como decimos en el campo, dejarlos se cuadren al inicio de la jornada, pero antes de emprenderla, el buen obrero midió sus fuerzas, capacidades, tomó las previsiones, valoró el equipo para lograrlo, revisó con detenimiento cada una de las herramientas, se cercioró del bastimento, ese conjunto de provisiones necesarias para el éxito.

Al nuevo gobierno le aguardan cuatro años de camino, llanuras, hondonadas, cumbres, ventiscas, lluvias, tormentas, huracanes, días nublados, de sol, preparados o no, cada quien juzgará en su fuero interno, lo cierto, al decir de nuestro pueblo, a la mula hay que amansarla.

Es necesaria la cadencia, paso acompasado, firme, con la mirada puesta en el horizonte, impensable desde temprano la decadencia, la pérdida progresiva de la fuerza, una nueva estocada a la esperanza.

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