Autosuficiencia humana, falaz creencia

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Autosuficiencia humana, falaz creencia
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Inverosímil, jactancioso y carente de humildad, quien vive pensando que en esta bella vida no necesita de nadie, cuando la realidad es que todos necesitamos de todos; la humanidad como un todo para sobrevivir, necesita establecer una sociedad polifuncional, que solidariamente garantice, a través de oportunidades reales, el acceso a la producción de bienes y servicios, para así satisfacer todas las necesidades de las personas.

Costa Rica posee un pueblo de fe que por naturaleza, idiosincrasia y tradición, es una sociedad mayoritariamente creyente en Dios, la inmensa mayoría de los costarricenses es creyente, Dios para ellos es su eje trasversal y de la sociedad costarricense ecuménicamente es polifuncional, sin importar la religión.

Los costarricenses en la inmensa mayoría además de ser creyentes, también son amantes de su estado de derecho y nuestra Constitución Política, garantiza la libertad de culto; desde esta perspectiva es necesario entender que, pretender eliminar a Dios del quehacer diario, por parte de una ínfima minoría es inaudito, por cuanto atenta contra esa gran mayoría de creyentes.

Más que inaudito es l el pretender eliminar a Dios de las importantes decisiones individuales y colectivas que mueven a Costa Rica.  Esta pretensión es la máxima expresión del atropello, irrespeto y enajenación de la fe de otros.  El derecho intrínseco de creer, pedir y depositar la confianza en Dios, significa la humildad de aceptar que no somos autosuficientes.

“La libertad termina donde empieza el derecho ajeno”, sentenció el prócer mexicano Benito Juárez. Respetar la existencia y posición de grupos no creyentes o creyentes no está en discusión; sin embargo, es inaceptable que grupos por demás minoritarios, quieran imponer a los otros sus pretensiones como esa de eliminar a Dios del quehacer costarricense.

La falaz creencia de la autosuficiencia humana, carente de humildad, coloca sobre las espaldas de la humanidad cargas insoportables, problemas indescifrables y soluciones imposibles que, sólo hacen ver la minúscula silueta del hombre ante lo infinito y majestuoso de la Creación.

El egoísmo de unos pocos nunca será capaz de cuartar la esperanza de la fe que sostiene a muchos; el egoísmo nunca será capaz de impedir alivianar la carga que agobia al creyente, al depositar sus problemas y confianza en las manos de Dios; el egoísmo nunca será capaz de impedir las oraciones del pueblo creyente al pedir la intercesión de Dios, en la solución de la grave problemática nacional.   

La sana convivencia de la humanidad antagoniza con el egoísmo, la intolerancia y el irrespeto; así como lo hace la explotación del hombre por el hombre, la agresión a la Madre Tierra, que nos provee de recursos en abundancia, para el bienestar de la humanidad, desafortunadamente, el mercantilismo prefiere votar los recursos antes de bajar sus ganancias y la consecuencia de este egoísmo es la hambruna y pobreza de millones.

El costarricense de fe cree, pide y deposita su confianza en Dios, con esperanza espera tener políticos honestos, seguridad ciudadana, justicia y paz social, igualdad de oportunidades para un futuro mejor y que el amor al prójimo derribe los egoísmos.

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