La esperanza no defrauda

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La esperanza no defrauda
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Muy cerca de celebrar la Navidad de este año 2020, ponemos nuestra mirada en Dios para agradecerle por todo cuanto nos da, y le pedimos, con fe viva, que nos ayude, que proteja a nuestro país, a nuestras familias, especialmente a las más necesitadas.

Aunque nuestra sociedad no es lo que era hace algunos años, y se propone el relativismo, cambios de cultura, el individualismo e ideologías contra costumbres y valores profundamente arraigados; no obstante, con mucha esperanza los creyentes depositamos en Dios el destino de nuestras vidas; así lo proponemos también a las personas de buena voluntad, para caminar juntos en el fortalecimiento de nuestro país.

Históricamente, sabemos que un hecho transformó para siempre la historia humana, y fue el nacimiento de Jesucristo hace más de dos mil años. Ese hecho salvífico es el que celebramos en este tiempo, lo hacemos presente. Hay un antes y un después de Cristo en la humanidad.

Lamentamos que cercano a este tiempo, por dos años consecutivos, el Poder Ejecutivo de nuestro país promoviera el mal llamado “aborto terapéutico”, porque nada tiene de terapéutico el quitar la vida de un no nacido inocente e indefenso. Primero, lo hicieron con la firma de la Norma, y ahora, este año, nos “regalaron” el protocolo para su aplicación.

La incursión del aborto en Costa Rica y otros signos de este tipo, se presentan en procura de promover la cultura de la muerte. Lo lamentamos y lo rechazamos. Hacemos una exhortación a defender las dos vidas, a cuidar de la madre y del niño no nacido, ambas son personas con la misma dignidad y derechos. Así lo hizo Dios con María y con su propio Hijo.

Sin embargo, como dice el texto bíblico “la esperanza no defrauda”. Esa esperanza es el Señor Jesús que vino al mundo para nuestra salvación. Los creyentes caminamos y vivimos en la esperanza.

Mi llamado a todos para construir una sociedad cada vez mejor, cimentada en auténticos y duraderos valores. Una sociedad en que se respete la vida como el más sagrado, primero e importante derecho que permite el ejercicio de los otros derechos.

Cercanos a la Navidad, el gozo inmenso por el nacimiento de Jesucristo no se opaca ni se oscurece, por el contrario, nos anima e ilumina nuestro presente, y nos hace ver con ilusión el futuro.

Desde ya, mis mejores deseos para todas las familias que habitan en nuestro país, mi llamado a la solidaridad y a la fraternidad y a que afloren los mejores sentimientos y actitudes, no sólo en este tiempo, sino cada día del año que termina y el año que está pronto a iniciar.

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