Una lección de dignidad política

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Una lección de dignidad política
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En la arena política, donde los intereses personales a menudo parecen prevalecer sobre los principios y el bien común, es refrescante encontrar ejemplos de integridad y valor cívico.

El pasado martes 16 de abril el Presidente de la República, Rodrigo Chaves, desató una andanada de ataques injustos contra los diputados limonenses Katherine Moreira y Geison Valverde. La razón detrás de esta arremetida presidencial fue la ausencia de estos legisladores en un evento organizado por el mandatario en Limón, donde buscaba el aplauso fácil que otros le brindan. Además, Chaves aprovechó la ocasión para lanzar nuevos dardos contra la Contraloría General de la República, una institución que ha sido blanco constante de sus críticas.

Ante este clima de confrontación y desprecio hacia la institucionalidad costarricense, el Presidente de la Asamblea Legislativa, Rodrigo Arias, se alzó en defensa del Estado de Derecho y la dignidad de los diputados limonenses. En un gesto de protesta y coherencia, decidió rechazar la invitación del mandatario para discutir la elección del Directorio Legislativo del 1 de mayo en la Casa Presidencial.

Es importante destacar que la decisión de Arias no fue fácil, ya que su aspiración a ser reelegido como presidente del Congreso podría verse comprometida al alienar los votos del oficialismo. Sin embargo, su compromiso con los principios democráticos y la defensa de la institucionalidad pesaron más en su balance que las conveniencias políticas personales.

En un momento en que la política a menudo parece ser dominada por la búsqueda de poder y beneficio propio, la postura de Rodrigo Arias se erige como un ejemplo de dignidad política y civismo. Al ser cuestionado por un periodista sobre su decisión, Arias respondió con firmeza que, por encima de sus aspiraciones individuales, está el interés superior del país y la salvaguarda de la investidura de la Asamblea Legislativa.

En última instancia, la decisión de Rodrigo Arias es más que un simple gesto político. Es un recordatorio de que, en tiempos de incertidumbre y polarización, la dignidad y la coherencia son virtudes que no deben ser sacrificadas en aras de la ambición personal. Es un llamado a todos los actores políticos a priorizar el bienestar de la nación sobre sus propios intereses, y a mantenerse firmes en la defensa de los principios democráticos y la institucionalidad. En definitiva, es una lección de dignidad política que merece ser reconocida y aplaudida.

Ahora, la pelota está en la cancha de los demás diputados. Tendrán que valorar si desean un líder legislativo como Rodrigo Arias, que defiende la independencia de la Asamblea frente a los caprichos de Chaves, o si prefieren sumarse al juego de los políticos dispuestos a cambiar sus convicciones por un puesto de poder.

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