Relaciones sagradas

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Una vez en una charla de “integración familiar” a la que asistí, resaltaron la importancia de tener claras las prioridades en la vida y señalaron como la relación más importante, primero, es la que tenemos con Dios, en la búsqueda de la verdad y nuestro compromiso con nuestro crecimiento personal, y en segundo lugar, -“ahora pensé, dirán que con la pareja”, -; pero no, dijeron que la segunda relación más importante es la que tenemos con nosotros mismos.

Si entendemos bien, de acuerdo con los diez mandamientos, el primero es amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda el alma y con toda nuestra mente, y el segundo, amar al prójimo como a sí mismo.  Quiere decir entonces que primero tengo que aprender a amarme, a respetarme y a cuidarme, para ser capaz de extender este amor a los demás.

Inspirada en la analogías sobre el matrimonio del poeta Gibrán Jalil Gibrán, de cómo las columnas separadas dan lugar a algo más grande que ellas, el templo, así un amor maduro da buen cimiento a un hogar, donde cada uno puede ser él mismo y se respeta la propia individualidad, donde pueda perseverar y crecer el amor.

En su discurso sobre el amor, el psicólogo Erick Fromm nos dice que “el amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de quien amamos”, también dice que amar es un arte y que exige compromiso y trabajo duro. Afirma Fromm que el carácter activo del amor involucra ciertos cualidades básicas: Cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.

Entonces, si solo puedo dar de lo que tengo en mi mente y en mi corazón, es mi responsabilidad para conmigo mismo y para con los demás, cumplir con este mandamiento:   Comprender quién soy, sanar mi historia personal, nutrir mi mente, pulir el carácter, dominar el temperamento, desarrollar mis dones, cultivar buenas virtudes y todo aquello que nos haga ser verdaderamente persona.

Cuando hayamos alcanzado independencia y confianza en la propia capacidad y podamos caminar sin exigir que el otro me sirva para llenar mis vacíos, no habrá deseo de controlar ni de imponerse al otro.  Es en esa medida que seré capaz de amar.

Entonces es que sabré ser empático y compasivo, sensible, y estar dispuesto a brindar los cuidados que requiere el otro para cumplir con su sentido de realización y bienestar, entonces podré tener la habilidad de responder a sus necesidades afectivas, emocionales y físicas.  Entonces es que puedo respetarlo y acogerlo tal y como es…para continuar creciendo juntos.

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