Rechazo abandono y esperanza

Un niño de aproximadamente doce años junto a su hermanita de escasos ocho, un fatídico día fueron dejados por su madre en un botadero de basura. En medio de tan brutal abandono, los pequeños deambularon, sin entender bien qué estaba sucediendo. Y así transitaroon por horrores, miedos y peligros.
Cuenta la historia que la niña logró establecerse con una familia sustituta, separando a los hermanitos físicamente, pero nunca del corazón. Posteriormente lograron permanecer en contacto. Él no corrió con la misma suerte. Quedó solo. Nadie lo quería. Se hundió en un profundo dolor.
Confundido y desolado en medio de un mundo amenazante no encontró forma de sujetarse a su miserable vida. Fue así, pesar a su corta edad, se las ingenió para amarrar material y haciendo una especie de soga, introdujo su cabez para ahorcarse, de forma deseperada tratando de encontrar consuelo en la muerte.
A punto de cometer suicido sucedió algo inesperado. Como si fuera una película un halo de luz celestial, tornasol envolvió el alma inocente de este ser perdido en la oscuridad, como la mano de Dios. La intentona de suicido se detuvo. Comentó luego el niño, haber escuchado la suave y dulce voz que lo convenció de seguir adelante. -El camino no será fácil-. ¡Advirtió! Pero hay que seguir.
Desde entonces nunca ha dejado de trabajar, hoy es un hombre fuerte, honrado. Construyó una linda familia que lo apoya y lo ama. Es feliz siendo papá.
Nunca dejó de creer en Dios. Su fe inquebrantable lo mantiene en el camino del bien. Incuso desde su corazón perdonó a su papá y mamá quienes lo abandonaron sin piedad. En estas circunstancias cualquier ser humano tomaría el camino de la autodestrucción, repetición de la maldad o vivir agresivamente. Sin embargo, un milagro sucedió, lo salvó y le dió esperanza. A veces nos cuesta creer que la Divinidad, que se asome sútil y amorosamente a salvar vidas en nuestros tiempos de decadente y violenta humanidad.
Las teorías del trauma por abandono, señalan que las secuelas del rechazo y el abandono, tanto en la infancia como en la edad adulta, pueden manifestarse en diversas formas, incluyendo problemas emocionales, psicológicos y sociales.
Pueden generar baja autoestima, desconfianza, dificultad para establecer relaciones saludables, ansiedad, depresión, y en algunos casos, incluso trastornos más graves. Es posible que este niño transitara por estos sentimientos. Aun así y después de nuevas tormentas su capacidad de reciliencia lo rescató. Mantuvo la capacidad de adaptarse bien a la adversidad, el trauma, la tragedia, la amenaza o fuentes de tensión significativas.
El mensaje final es que la paz interior es posible, y vivir bien puede ser la mejor elección con fe y esfuerzo.
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