Nombrando a un nuevo magistrado

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Nombrando a un nuevo magistrado
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El país está escogiendo al magistrado que habrá de llenar una vacante en la Sala Constitucional.

El país necesita nombrar al mejor magistrado que pueda y quiera aceptar el cargo.

Es claro que si existe igualdad de destrezas y capacidades entre hombre y mujer, como el mejor candidato deberíamos escoger a la mujer para ir logrando la paridad de género tan conveniente en las sociedades civilizadas.

¿Por qué los nombramientos de los magistrados deben contar con la anuencia y recomendación de los magistrados ya nombrados? ¿Para ser magistrado es indispensable ser juez de la república o letrado y ser extraído de la misma Corte? ¿No es así como se forman las camarillas o círculos de poder dentro de ese Poder Judicial al nombrar gente de adentro recomendada por los de adentro?

 Es claro que los magistrados conocen bien los requerimientos personales y académicos para ejercer un cargo en la sala del caso, pero este modelo ha generado vicios que es menester eliminar.

Creo que Costa Rica debería analizar que se ha ido transformando en un asunto exclusivamente judicial el nombramiento de jueces y de magistrados, dejando de lado el aspecto crucial que es nombrar competentes abogados litigantes en esos puestos, abogados externos al Poder Judicial para oxigenar la atmósfera de ese poder.

Los magistrados recomiendan jueces o letrados para ocupar los cargos que serán llenados por nombramiento de la Asamblea Legislativa. Jueces recomiendan otros jueces o letrados en la Corte, los magistrados a su vez emiten la recomendación ante la Asamblea Legislativa y de esa manera la atmósfera se mantiene hermética a la influencia social y de la calle. Así no se oxigena ni se renueva un poder de la república.  

Los problemas y aspiraciones de la calle no permean al Poder Judicial. Creo que es indispensable llevar gente externa y nueva con la perspectiva de lo que es el ejercicio liberal en las calles del país, de las dificultades de la justicia no pronta ni cumplida, de la mora judicial, de los juicios ordinarios de seis años y más de duración, de la teoría y la práctica, de la lucha y el privilegio. Pareciera haber un cierto menosprecio interno para quienes son profesionales liberales y litigantes en el país.

Rompamos los círculos de poder dentro de la Corte con nombramientos de excelentes magistrados provenientes de fuera de la Corte. Busquemos siempre la paridad de género. Busquemos nombrar el mejor candidato que nos renueve el Poder Judicial. Busquemos en consecuencia introducir catalizadores en la Corte que sirvan al propósito del país y no de los intereses de los círculos internos de esa institución.

Pensemos siempre en Costa Rica.

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