No quiero morir por el virus, pero tampoco quiero morir de hambre, ni como consecuencia de la violencia que aquella puede desatar

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No quiero morir por el virus, pero tampoco quiero morir de hambre, ni como consecuencia de la violencia que aquella puede desatar
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Las consecuencias del mal manejo de la crisis económica acrecentada  de la pandemia pueden ser más mortales que la pandemia misma.

Ya son muchas la voces, ya son muchos los sectores, de derechas, de centros y de izquierdas que hacen el mismo llamado, llamado que es recibido por un público gubernamental que se caracteriza por ser ciego y sordomudo, no es posible que la gran mayoría de esas voces claman por restaurar el empleo para que la crisis social no se ahonde y como consecuencia se dé un estallido social, con la sabida imposibilidad de las autoridades de poder contener lo que esto significaría, es aún más increíble, que no se pongan manos a la obra.

Todos los caminos llevan a Roma, todas la versiones llegan a la misma solución, salvar el empleo a través de apoyar al sector empresarial.

Tenemos que poner a la empresa privada a generar empleo, generar cargas sociales, poder pagar impuestos y patentes, servicios de agua, luz y telefonía, en pocas palabras, reactivación de la economía, propuestas son varias, serias y bien intencionadas, avales y garantías, emisión, crédito barato y a largo plazo, tiempos de gracia, nada de granjerías, nada para gastos que no sean totalmente necesarios para la recuperación y generación de empleos, con reglas claras.

Estoy seguro que prefiero morir por Covid 19 que a manos de un padre de familia que necesita llevar comida y sustento a su hogar.

Señor presidente, señores ministros, ustedes tienen la decisión.

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