Manifestarse, pero racionalmente
En contra o a favor, lo cierto es que las manifestaciones públicas, como las protestas o las marchas, se han convertido en una herramienta indispensable para que grupos activistas expresen, de una manera más democrática, sus opiniones. No hay que olvidar que actualmente existen muchas injusticias sociales; por lo tanto, la manifestación del pueblo se ha convertido en una necesidad para poder exhibir las disconformidades de los habitantes.
La importancia de las manifestaciones está presente en la historia de la humanidad. Algunos casos se evidencian en las marchas a favor del derecho del sufragio para las mujeres, o los derechos otorgados a los afroamericanos gracias a las manifestaciones de Martin Luther King.
Los mismos especialistas en sociología y política consideran que el ejercicio de la manifestación o protesta social desempeña un importante rol al poder exigirle a las respectivas autoridades respuestas concretas ante determinadas demandas. Por lo cual, de alguna manera las manifestaciones, además de necesarias, son consideradas una especie de respeto de nuestros derechos humanos.
De no hacerse así, se podría caer en una especie de opresión, como sucede en Corea del Norte donde el hacer una manifestación es un acto ilegal castigado por la política del país, lo cual evidencia un déspota deseo de mantener el pueblo en silencio.
Hay que tener en cuenta que si un pueblo no se atreve a manifestarse, entonces, en forma consciente o inconsciente, se convierte en cómplice legítimo y directo de las injusticias que una persona o un gobierno le imponen.
Ahora bien, no se trata de manifestarse por el simple hecho de hacerlo; de hacer una marcha sin sentido; lo más importante es saber que si se va a protestar, se debe saber muy bien por qué se está haciendo; es decir, que el acto de la manifestación no sea un simple seguir la corriente o una excusa para perder un día de trabajo o de clases, o una llana manera de llevar la contraria.
Por eso, para quienes se involucren en actos de manifestación, es importante que tengan en cuenta que con argumentos válidos se puede llegar, perfectamente, a conseguir acuerdos, leyes, en fin, consensos y, de manera explícita, hacerle entender a un gobierno, grupo social o persona con determinado liderazgo sobre un pueblo, que pueden estar cometiendo ciertas injusticias o errores, dirigidas, muchas veces, a lograr intereses personales y no los de la colectividad.
Ciertamente en ocasiones es necesario quebrar el silencio y manifestar activamente las opiniones, pero siempre resguardando los valores del respeto, la paz, la mesura y la dignidad personal y social.
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