La sociedad que merecemos, es la que construimos juntos

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La sociedad que merecemos, es la que construimos juntos
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Sin duda, las recientes noticias relacionadas a la investigación sobre casos de corrupción nos han provocado gran consternación, pues de confirmarse las acusaciones, significaría un profundo contrasentido con los principios que rigen la sostenibilidad, que va mucho más allá del cumplimiento de la ley.

Fieles a los más altos valores del Estado de Derecho, nuestro proósito no es culpabilizar, sino utilizar la coyuntura para indicar que nuestra más alta expectativa alrededor de estos acontecimientos es que se completen todas las investigaciones mediante un debido proceso judicial, un proceso que sea transparente, profundo y expedito, y con el cual se sienten las responsabilidades sobre cualquier acto de corrupción que sea identificado. 

Costa Rica merece tanto un Estado que garantice el uso óptimo del erario, como también un empresariado competente y responsable, capaz de respetar e incentivar la gestión pública de una manera ética. Son estas condiciones ineludibles para brindarle a la población mejores oportunidades de desarrollo, superar las brechas de inequidad social que limitan el bienestar colectivo y garantizar un progreso acorde con la protección de las personas y el entorno natural.

No obstante, si bien podemos señalar lo que hemos hecho bien hasta la fecha; mal haríamos en suponer que mantenernos en la zona de confort es suficiente frente a un contexto social en el cual los actos de corrupción parecieran dar al traste nuestro propósito fundamental:  la búsqueda de un sociedad más justa, transparente y equitativa.

Como empresarios responsables, nuestro deber es construir una sociedad transparente, ética y coherente con la sostenibilidad, por esta razón, debemos ver las oportunidades de mejora que tengamos a la mano para evitar toda forma de corrupción, un mal que destruye el tejido social sobre el que se afianza la sostenibilidad.

Es un buen momento para llevar agua a nuestros molinos e impulsar una labor introspectiva sobre las maneras de operar de las empresas privadas.  Si hacemos bien nuestra función desde la ética en los negocios, muy probablemente contribuiremos también a consolidar un aparato de gestión pública menos proclive a la corrupción y más orientado a la transparencia; pero antes, debemos analizar nuestras vulnerabilidades, mejorar nuestras prácticas y cerrar todo portillo a posibles riesgos a la adecuada gobernanza.  La mejora constante que pueda mostrar cada organización en este aspecto será clave en nuestra tarea de fortalecer la sostenibilidad y la transparencia en nuestras empresas, nuestro Estado y nuestro país.      

Ciertamente, los hechos recientes nos movilizan a guardar todavía con más celo nuestro papel dentro de la comunidad, así, desde AED, renovamos nuestro compromiso con nuestra función en favor de la sostenibilidad.

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