La prioridad debe ser la prevención

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La prioridad debe ser la prevención
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Si hay una carretera con una curva peligrosa a la orilla de un barranco, cuál de las dos opciones tomaría: ¿Construir una barrera en el borde o un hospital al fondo del precipicio para atender las víctimas?

La respuesta lógica pareciera optar por la baranda, en otras palabras prevención, no obstante; en muchas comunidades claman por hospitales, ciertamente importantes, pero cuando se llega ahí es porque fracasamos en el cuidado de la salud, el cuerpo necesita ser reparado, posteriormente rehabilitado para retornar curado o en su defecto hacia el inevitable destino.

El valor de la Caja Costarricense de Seguro Social es incuestionable, pero de ahí a definirla como intocable, hay un despropósito, lo dice alguien que le dedicó más de cuatro décadas de servicio y durante varios lustros participó en los consejos semanales de la Presidencia Ejecutiva y Gerentes, en otras palabras, la conoce desde sus entrañas.

El Ministro de Hacienda Rodrigo Cháves, concurrió con Rodrigo Cubero, jerarca del Banco Central y el Presidente de la República, Carlos Alvarado a una sesión de Junta Directiva de la institución autónoma, les expusieron la frágil situación financiera de la entidad y el riesgo de malograr algunos proyectos a consecuencia de los gastos derivados de la atención del COVID 19.

El consenso a favor de la Caja trae a la memoria el pensamiento de Beverich, el inglés precursor de la seguridad social: “No se le puede dar todo a todos, ni todo a unos pocos, hay que darle algo a todos” y ese es el dilema del titular de Hacienda, máxime si queremos conservar la institucionalidad.

En la Caja Costarricense de Seguro Social hay múltiples oportunidades de mejora, en todas las crisis aflora el ingenio de servidores y usuarios interesados en preservarla, a lo interno hay estructuras que permiten meter el bisturí sin tocar órganos esenciales.

No se pueden seguir diseñando mega hospitales regionales cuando el enfoque de la medicina cambia de manera exponencial, el viejo Monseñor Sanabria de Puntarenas, hasta el momento de su demolición tuvo espacios que nunca se ocuparon, algo similar ocurre en lugares, donde se edificaron obras más con tinte político que funcional.

El abordaje presencial de los pacientes cada vez más será cosa del pasado, la telemedicina permite que viaje la información y no necesariamente el individuo.

Las bondades de nuestra seguridad social son incuestionables, la excelencia de la inmensa mayoría de su recurso humano es reconocida por tirios y troyanos, pero de ahí a decir que a sus casi ochenta años no tiene partes enfermas, será un craso error que la puede llevar a males mayores.

Es tiempo de revisar si faltan barandas o costosos hospitales en el fondo del barranco.

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