La paz hecha pedazos: La violencia social que hoy grita en nuestras calles
Hoy nuestro país se manifiesta con heridas profundas, fruto de un dolor que no fue atendido a tiempo. Vivimos con preocupación ante el debilitamiento del tejido social que enfrentamos y que, ya se refleja en los diferentes rincones de nuestra querida Costa Rica.
La violencia es un tema complejo, de múltiples factores y causas: desde la delincuencia y el narcotráfico hasta la exclusión social y la discriminación, todas estas formas de violencia afectándonos de manera directa o indirecta. La violencia intrafamiliar, la estigmatización y la falta de acceso a recursos y oportunidades también son parte de esta realidad. Es necesario reconocer que estos hechos materializados están generando un entorno cada vez más vulnerable y menos seguro para nuestra sociedad.
La falta de seguridad ciudadana, quizá producto de cuerpos policiales insuficientes, la creciente desigualdad económica o la falta de oportunidades laborales y académicas, genera un vacío que deja a la población sin resguardo. Como consecuencia, la inseguridad y los conflictos se intensifican a gran escala. El miedo y la desconfianza marcan hoy la vida cotidiana de los costarricenses, dificultando la cooperación entre la comunidad y de quienes están encargados de protegerla.
Es importante señalar que la insuficiencia de los servicios sociales y la gestión pública irregular están configurando un entorno altamente propenso a la violencia en todas sus manifestaciones. Es hora de reflexionar sobre cómo podemos trabajar juntos para abordar estas cuestiones y construir una sociedad más justa y segura para todos.
Con positivismo, esperanza y honor, invito a la sociedad costarricense a volver a nuestras raíces pacíficas, a ese “tico” que llevamos dentro cada uno de nosotros. A recordar la importancia del “pura vida”, de la convivencia armoniosa y del respeto mutuo. Y de manera alegórica que en nuestros hogares, podamos revivir esos valores que nos hacen únicos y pertenecientes a una tierra de paz. A que practiquemos la comunicación respetuosa, resolvamos conflictos de manera serena y que valoremos a cada miembro de la familia.
Volvamos a ser ese pueblo pacífico y acogedor que siempre hemos sido, a ese que recordamos al entonar nuestra Patriótica Costarricense: “siempre libre ostentando alegría de sus hijos será la ilusión”.
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