La crisis silenciosa de la juventud: Un llamado urgente a la Política Pública

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La crisis silenciosa de la juventud: Un llamado urgente a la Política Pública
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El reciente estudio «Dinámicas laborales pospandemia en Costa Rica» del Observatorio Económico y Social (OES) de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional, basado en la Encuesta Continua de Empleo del INEC (periodo 2019-2025), expone una realidad nacional que exige una reevaluación inmediata de las prioridades políticas. El análisis nos demuestra la imperiosa necesidad de abandonar la superficialidad estadística y abordar las cifras con un sentido crítico y contextual. Opinar sin este contexto o, peor aún, no tomar decisiones, resulta perjudicial para el colectivo social.

La cifra general de desempleo del 7.4% al II trimestre de 2025 puede ofrecer un falso consuelo, pues es una cortina de humo que oculta una crisis generacional profunda. El estudio revela que la tasa de desempleo para la juventud costarricense (entre 15 y 24 años) casi se triplica, alcanzando un impactante 24.9%. Esta población joven representa el 36% del total de personas desempleadas del país, posicionándose como el grupo más afectado en términos absolutos.

Esa situación es particularmente alarmante cuando se segregan los datos por género y región. La crisis golpea con mayor dureza a las mujeres jóvenes, cuya tasa nacional de desempleo se dispara al 29.6%. Las brechas geográficas son aún más acentuadas, elevándose esta cifra hasta un crítico 35.6% en la Región Brunca.

El impacto de la falta de oportunidades laborales está intrínsecamente ligado a la exclusión educativa. Los datos del Observatorio Económico y Social (OES) nos recuerdan que, de los 706.321 jóvenes de 15 a 24 años en el país, apenas el 58.7% (414.854 personas) se encuentra estudiando, lo que significa que solo 6 de cada 10 jóvenes están matriculados en algún centro de enseñanza. Esta desconexión tiene consecuencias directas: para el II trimestre de 2025, 146.258 jóvenes en ese mismo rango de edad no estudiaban ni trabajaban.

Esa combinación de desempleo y carencia de oportunidades expone y vulnera a la población joven, convirtiéndose en un «caldo de cultivo» para la inestabilidad social. Los hallazgos proporcionados por este valioso estudio constituyen un llamado de alerta ineludible para quienes ostentan la responsabilidad de elaborar y ejecutar las políticas públicas.

El futuro de nuestro país no puede construirse sobre la base de la exclusión y la desigualdad juvenil. Se requieren políticas dirigidas y diferenciadas  de manera precisa que actúen con urgencia para eliminar las brechas existentes y promover mejores condiciones de vida para la juventud. Solo mediante la atención focalizada en las tasas de desempleo desagregadas por edad, región y género, y la integración efectiva de la población joven en el mercado laboral y educativo, Costa Rica podrá aspirar a un futuro más justo y equitativo.

La inacción es, en este caso, la decisión más perjudicial.

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