Gobernar por decreto no es la solución

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Gobernar por decreto no es la solución
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La pandemia del coronavirus ha cambiado radicalmente nuestro estilo de vida, algo nunca visto, al menos para nosotros, generaciones que desde la Segunda Guerra Mundial la hemos tenido muy fácil en comparación con otras épocas. Como todo es cíclico, esta pandemia tenía que ocurrir en algún momento pues, así como nuestra raza humana evoluciona, así lo hacen también los virus. Lo que no debería variar es el poder del Ejecutivo, con leyes aprobadas para situaciones de emergencia, que luego se convierten en permanentes.

Un estudio rápido de la historia nos indica que las epidemias, las guerras y las calamidades, forman parte de la vida la historia de la Humanidad, sean sus causas por deseos políticos, servicios de salud deficientes, falta de hábitos de higiene o la misma naturaleza.

Escritores y analistas reconocidos han indicado que a raíz del coronavirus, vamos hacia un nuevo paradigma mundial. La presencia de este virus ha transformado la vida de las personas en todo el mundo, la forma de trabajar, de estudiar y hasta de divertirse. El ser humano es el centro de la existencia humana, como resultado, las leyes deben buscar el respetar su dignidad y después del respeto a la vida humana misma desde su concepción, le sigue el respeto a la libertad y disminuirla, solo debería darse al menos que sea necesario y solamente de manera temporal.

Las leyes aprobadas por la Asamblea Legislativa para esta pandemia del coronavirus, deberían indicar explícitamente que son temporales, pues tal y como, lo dijera hace un par de semanas la revista inglesa “The Economist”, la historia ha demostrado que después de una pandemia donde es necesario pasar leyes que no se indican que sean temporales y que aumentan el poder del Ejecutivo, una vez acabada la calamidad, el Ejecutivo no devuelve el poder que le fue otorgado de más y luego lo utiliza para otros fines.

Cierto, es necesario que se pasen leyes especiales, limitando las libertades, para poder controlar la pandemia, pero estas leyes, reiteramos, deben ser temporales y puntuales, porque sino nos correríamos el riesgo de perder libertades que a la postre podrían convertirse en irrecuperables. La arrogancia de ciertos miembros de los gobiernos que creen que saben más que todos los ciudadanos y pretenden decirnos a todos cómo vivir nuestras vidas y qué no hacer, es sumamente peligrosa en países democráticos.

Es absolutamente inconveniente que un país se gobierne por medio de decretos ejecutivos y por ello es necesario que tanto los señores diputados, así como sus asesores, presten atención para que se promulguen leyes temporales y puntuales para tiempos de calamidad, diciendo expresamente que son temporales, para así bloquear cualquier disminución permanente de la libertad.

Las leyes para casos de excepción deben ser eso, temporales, con un sello expreso de que no perdurarán más allá de lo necesario. Al final de cuentas el mundo jurídico tiene que ver con seres humanos y por ello se debe impedir que, a futuro, un Presidente abusador, a partir de leyes de excepción sin límite, pueda diezmar la iniciativa individual, la autodeterminación y la libertad de las personas. 

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