Fidelidad matrimonial y divorcio

No nos compliquemos la existencia. Lo menos importante es no llenarnos de nosotros mismos. Y lo más importante se basa en hacerle la vida más agradable a quienes nos rodean: esposa, hijos, empleada de hogar, familiares, compañeros de trabajo, subalternos y vecinos. No vivimos en un mundo de desconocidos. Ya sabemos que somos seres creados y, por tanto, iguales y hermanos. Estamos llamados a aceptarnos, a respetarnos y a ser compañeros de la vida.

Igualmente, a vivir sin egoísmos, odios, sin autosuficiencias, ni jactancias. La vida es muy sencilla, tanto en lo grande como en lo pequeño; con o sin pandemia. El científico que estudia la forma de combatir el virus, como el médico y la enfermera que cuidan al enfermo, pasan en un instante de lo grande a lo pequeño, y son insustituibles y heroicos. Pero hoy tenemos un nuevo frente que debemos atender: la infidelidad matrimonial y el divorcio. En ambos quienes más sufren son los hijos y casi siempre la esposa, deseosa de la fidelidad matrimonial de los primeros días.

Cuando esta unión conyugal y los hijos quedan repartidos, generalmente es la esposa quien les prohíbe visitar a su padre, sobre todo si contrajo nuevas nupcias y tiene otros hijos. Esta prohibición fomenta la inmadurez humana, psíquica y espiritual. Una solución a estos conflictos es vivir la fidelidad, tanto de parte de la esposa como del marido, y combatir el divorcio, casi siempre promovido por el fatal machismo.

Asimismo, a nuestra sociedad le ha nacido un pequeño grupo deseoso de impulsar la vigencia de un lenguaje nuevo, “el género”. Este término se ha empleado para designar a las personas: género femenino y género masculino. Ahora se quiere emplear con otro sentido.

El Dr. Jorge Scala, profesor en la Universidad de Córdoba, Argentina, dice así: “la ideología de género es una de las formas del gnosticismo; es atea y antitea; reconoce a Dios y pretende combatirlo. Niega, por principio, la naturaleza de las cosas y de las personas…”

Finalmente, como es obvio, lo recomendable consiste en promover la fidelidad matrimonial y combatir el divorcio. No pensemos tanto en nosotros mismos, pensemos sobretodo en la formación y el futuro de los hijos. Ellos no son una simple añadidura.

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