El lamentable deterioro de las investiduras

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El lamentable deterioro de las investiduras
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Según la Real Academia Española el término investidura significa el carácter que se adquiere con la toma de posesión de ciertos cargos o dignidades. La investidura implica respeto hacia quien la ostenta pero también este respeto lo debe atender la propia persona a quien le ha sido conferida una investidura.

En nuestro país, quienes ostentan las investiduras de los principales poderes de la República deben ser los referentes en respeto para todos los costarricenses, principalmente, por la influencia que tienen en la niñez, juventud y en las futuras generaciones.

Las investiduras  confieren a quienes las ostentan una enorme responsabilidad,  que exige respeto, no solamente hacia sí mismos, sino también hacia los cargos que desempeñan. Las personas que ocupan altos puestos se convierten en vitrina permanente y en referentes, por lo que, su comportamiento y sus acciones tienen  una gran repercusión en los otros, de ahí la importancia de que se comporten con el debido respeto hacia su investidura.

Recientemente hemos venido contemplando, con estupefacto, comportamientos contrarios a la educación y a los más elementales valores; no se trata de la educación sustentada en títulos académicos, cuyos actores de esos exabruptos poseen y exhiben bajo sus brazos, se trata de la educación adquirida en nuestros hogares, de los valores básicos y normas de convivencia  elementales; como respetar a nuestro interlocutor, saber escuchar con atención aunque no estemos de acuerdo, debatir con ideas y argumentos, no con insultos y amenazas, a no levantarle airadamente la voz a ninguna persona, respetar a todos sin distinción de jerarquías o color político, cuidar el lenguaje que utilizamos, y siempre, siempre mantener el decoro y no perder las buenas formas.

Con actitudes destempladas, prepotentes y hasta inmaduras, como las observadas en algunos actores políticos, se atenta y lesiona la investidura confiada y lo más preocupante es que en tiempos pasados, esos exabruptos antes pasaban casi inadvertidos a la población nacional; sin embargo, hoy día, las redes sociales con gran rapidez propagan y difunden los llamados “videos virales”; los que con preocupante normalidad, nuestra juventud hasta con gracia ve a una señora diputada gritando, otra profiriendo amenazas a algún otro diputado y en pleno plenario, una diputada aparentemente hasta ha bailado reguetón y cual niña malcriada subía el volumen  de su música,  para al parecer no escuchar lo que otra diputada indicaba cuando estaba en uso de la palabra.

Los comportamientos inadecuados de quienes ostentan una investidura, lesionan la credibilidad, el respeto y deterioran la imagen de la institucionalidad y no solo de aquellos que la representan; con estas acciones se envía un mensaje distorsionado a quienes las miran, como mal ejemplo a seguir, en vez de retomar las buenas costumbres y trato respetuoso como acto esencial para recobrar la credibilidad y respeto que exige toda investidura.

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