Día de la madre, día especial.

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Día de la madre, día especial.
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Madres… la inmensa mayoría ejemplos de abnegación, responsabilidad y ecuanimidad, de seguir enumerando las cualidades de tres en tres, las páginas no darían abasto, trabajadoras incansables, integras y amorosas, más las ternas continúan, sacrificadas, incondicionales y desprendidas, el espíritu de superación siempre presente, son baluartes dignos de imitar.  Sus siempre buenos, atinados y oportunos consejos, cual si fueran  salvavidas lanzados en las tormentas del diario vivir.

La visión futurista que ellas poseen anticipan los caminos difíciles, espinosos y oscuros, por los que no hay que transitar.  Existe en ellas la humildad innata, el espíritu de servicio y un carisma que, las convierten en la compañía ideales, con  la seguridad de que las horas volarán, como los segundos que inexorablemente dejan atrás el presente, ese compartir despierta el optimismo que brotará, como las frescas aguas del cristalino manantial, la alegría y felicidad retornarán a los corazones de quienes rodean a su madre, el deseo de vivir y continuar adelante, sin pensar en los obstáculos se acrecienta.

Mamá eres el pilar de muchas vidas, eres el cimiento de roca que sostiene el futuro de su descendencia, mamá eres junto a Dios y papá el inicio de todo, el inicio de la vida. Su generosidad y sentido de la justicia, son el balance de su  personalidad, los senderos correctos los indicas con los actos asertivos, depende de cada quien, si los quiere seguir.

El encanto de las madres se refleja en el hecho de que ellas llenan los cántaros de agua y Dios los convierte en vino, las y los afortunados en beber de este exquisito vino, recibirán la experiencia de toda una vida, recibirán el amor incondicional, mas no serán inteligentes, serán brillantes, porque acatan dócilmente el consejo sabio de una madre, que invariablemente va querer lo mejor para sus seres amados.

La sensibilidad, prudencia y fortaleza de una madre, se refleja en esos instantes de dolor, ante la adversidad, ante los quebrantos de salud de sus seres queridos, ante la impotencia de lo inevitable, aparentan fuerza, fuerza que da fuerza, a quien la necesita en el momento justo.

Hoy que se goza del privilegio de la compañía de la  madre, es preciso atesorar esos momentos, muchas de ellas que, a su vez son madre y padre, es necesario darles el reconocimiento y sobre todo el agradecimiento, porque si no fueran ellas, nadie asumiría la responsabilidad de sacar adelante a sus hijos.  Gracias Dios por nuestras benditas madres, unas ancianas, otras jóvenes y muchas en el cielo.

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