Costa Rica necesita encuentros, no divisiones
En tiempos actuales, donde la polarización política, social y cultural parece ganar cada vez más terreno, afectando así la convivencia diaria; Costa Rica está llamada a defender y fortalecer esos valores que históricamente nos han distinguido como nación, como pueblo: el respeto mutuo, la paz social, el diálogo democrático sincero y la convivencia armoniosa entre nuestras diferencias.
El respeto no es solo un valor ético importante, sino que se convierte en un pilar fundamental de nuestra democracia. Implica reconocer con humildad la dignidad intrínseca de cada persona, sin importar sus ideas, creencias, o posiciones políticas y sociales. Respetar no significa necesariamente estar de acuerdo con el otro, sino aceptar que toda persona tiene el derecho inalienable a expresarse libremente, sin miedo a ser descalificada, insultada o ignorada por sus opiniones.
Hoy, más que nunca, debemos decir no rotundamente a la violencia abierta y/o solapada, en cualquiera de sus formas: física, verbal, simbólica o digital. La violencia solo fractura la sociedad, hiere profundamente a las personas pues bloquea la posibilidad real de construir entre todos soluciones duraderas y efectivas. Frente a este panorama, reafirmamos con convicción un claro y contundente sí al diálogo democrático, entendido como la herramienta más poderosa que tenemos para resolver pacíficamente nuestras diferencias.
Costa Rica necesita promover un ambiente donde el debate de ideas no se convierta en confrontación destructiva, sino en una oportunidad genuina para aprender, corregir errores y mejorar colectivamente. Respetar las diferencias y las opiniones contrarias es una señal clara de madurez cívica y un acto profundo de compromiso con la democracia y el bien común.
El país no puede seguir atrapado en discusiones cargadas de odio, donde las etiquetas y prejuicios reemplazan a los argumentos racionales. Es momento de retomar la serenidad en el debate público, de practicar una escucha activa y sincera, y de buscar coincidencias y puntos en común, sin negar ni minimizar nuestras diferencias.
Más que seguir profundizando divisiones, debemos generar encuentros auténticos. Encuentros entre sectores sociales, entre generaciones distintas, entre regiones diversas. Encuentros donde prime la voluntad sincera de construir juntos, con empatía, con sensatez y, sobre todo, con respeto hacia el otro.
Costa Rica ha sido, por décadas, un referente regional de paz y estabilidad. No dejemos que el ruido del enfrentamiento y la polarización apaguen esa valiosa tradición. Cada ciudadano, cada institución y cada medio de comunicación tiene un rol fundamental que cumplir en la construcción de una sociedad donde el respeto supere al prejuicio, y donde el diálogo le gane al grito.
Hoy, más que nunca, Costa Rica necesita unidad, no uniformidad; diálogo, no imposición; respeto, no descalificación. Porque el país que queremos no se construye desde la confrontación, sino desde el encuentro verdadero y la cooperación.
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