Evaluación de la gestión presidencial: ¿Premiar o Corregir?
En democracia, los ciudadanos son los jefes del presidente y su gobierno. Éste, como gerente general, es evaluado por los resultados de su gestión. Así como en una empresa un gerente que logra crecimiento, estabilidad y mejora continua recibe reconocimiento y continuidad; un presidente y su gobierno que lleva al país a niveles superiores, merece ser premiado con la confianza ciudadana. Por el contrario, si los resultados son pobres o insuficientes, corresponde un “voto de censura” mediante la alternancia en el poder.
La gestión del gobierno actual, presenta indicadores claros que permiten esta evaluación objetiva. Entre 2023 y 2024, algunos resultados muestran logros: el PIB creció por encima del promedio de la última década, la inversión extranjera directa mejoró y la pobreza se redujo marginalmente sin convencer la veracidad de este dato. Sin embargo, la lectura completa revela deficiencias significativas y preocupantes.
El déficit fiscal se mantiene elevado, mientras que, el costo de vida, a pesar de tener una inflación negativa, sigue aumentando, afectando directamente el poder adquisitivo de los hogares. La inseguridad y violencia, vinculadas al crimen organizado y los ajusticiamientos, no solo generan preocupación ciudadana, sino que afectan la llegada de turistas y frenan la inversión extranjera. Por otro lado, algunas empresas, como Intel decidieron salir de Costa Rica y aunque fue una decisión interna, no dudo que en algo también pesa la inseguridad y estabilidad del país. La educación enfrenta un apagón prolongado porque no hay avances y faltan recursos. La política del tipo de cambio, que ha apreciado el colón frente al dólar, no se ha traducido en menores precios de productos importados, afecta a exportadores y turismo y deja dudas sobre a quién beneficia realmente. Además, la llamada “ruta del arroz” ha puesto a los productores en quiebra, comprometiendo la seguridad alimentaria. Asimismo, la deuda del gobierno con la Caja Costarricense de Seguro Social que afecta la atención y seguridad social.
Esos indicadores y fenómenos no son simples cifras; son evidencia tangible que permite a los ciudadanos evaluar si la gestión presidencial ha sido efectiva. La comparación objetiva entre logros y deficiencias define si esta administración merece continuidad o debe ser reemplazada por un liderazgo más capaz y con propuestas concretas para resolver los problemas del país.
En definitiva, la continuidad de un partido o grupo es posible, repito si su gestión produce resultados claros, mejora la vida de los ciudadanos y fortalece la confianza institucional. La ciudadanía, en su rol de “jefe”, tiene la responsabilidad de evaluar con criterio y exigir rendición de cuentas y no ataques o excusas ante los controles.
En resumen, la democracia funciona mejor cuando los ciudadanos aplican la misma lógica que en una empresa: reconocer el buen desempeño y reemplazar aquello que no funciona. La continuidad en el poder se gana con resultados, no con promesas.
Los comentarios están cerrados.