La verdad no se rompe…se construye con hechos y datos

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La verdad no se rompe...se construye con hechos y datos
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La cantidad y velocidad de la información, en estos tiempos, es abundante y vertiginosa pero tiene un precio: la distorsión.

El juego del “teléfono roto”, donde un mensaje sencillo se transforma en algo completamente distinto al pasar de persona a otra, lo mismo ocurre con la información que compartimos sin verificar. Una frase mal entendida, una imagen sacada de contexto, una noticia sin fuente, una publicación en una red social anónima… pueden convertirse en rumores, en miedo, en decisiones equivocadas.

La desinformación no es solo un error; es una amenaza. Puede dañar reputaciones, afectar la salud pública, polarizar comunidades, países y continentes, puede debilitar instituciones.

Por eso, cada uno de nosotros tiene una responsabilidad: ser guardianes de la verdad. Para lograrlo, antes de compartir, difundir o peor aún juzgar como cierto algo debemos preguntarnos:

¿Es esto cierto?, ¿De dónde viene esta información?, ¿Qué consecuencias puede tener si no lo es? ¿Lo que se dice de personas o instituciones les daña o les beneficia? ¿Si se está hablando de una persona o institución, se presentan las dos caras de la misma moneda o solo hay una versión de los hechos? ¿Se presentan documentos oficiales y pruebas contundentes? ¿Las fuentes citadas son oficiales, tienen un nombre que pueda responder por lo dicho?

Si la información a la que estoy teniendo acceso daña la honra y la imagen de alguien o algo. ¿Qué tanto mal hago si comparto esto o incluso, si solo lo comento? ¿Hay un nombre legal detrás de esta publicación, que permita a la persona o entidad a la que se está difamando, recurrir a las instancias judiciales pertinentes? ¿Tiene esta página de redes sociales un respaldo en la oficialidad o es una de esas muchas gratuitas sin más respaldo que el anonimato?

Combatir la desinformación no requiere ser experto en tecnología, sino tener sentido común, pensamiento crítico, criterio propio, ética y compromiso con la verdad, algo que solo es común en personas realmente educadas, que no es lo mismo que personas con un título o grado profesional.

A pocos días de haber iniciado oficialmente la campaña política de cara a las elecciones nacionales del 2 de febrero de 2026, se pone en juego justamente la capacidad de la gente educada. Representa esta campaña electoral, un hito crítico porque vivimos el momento histórico más dramático de desinformación  y construcción a partir del miedo, la calumnia, la desacreditación de todo aquel que tenga la osadía de cuestionar o diferir en el pensamiento.

Vivimos en el momento histórico de la descalificación a todos quienes piensen distinto, de la facilidad de proferir amenazas y victimizarse ante masas irreflexivas. Por esto, ojo con lo que recibimos como información, validemos antes de actuar o compartir, verifiquemos fuentes antes de juzgar y caer en el juego de la infamia desinformativa y la mentira.

Porque en una sociedad informada, la verdad no se rompe… se construye con hechos y datos y una sociedad informada es sinónimo de educación y desarrollo.

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