El veto presidencial que pone en alerta a la ciudadanía

En un contexto donde la inseguridad se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los ciudadanos, el reciente veto presidencial al proyecto que otorgaría mayores facultades al Organismo de Investigación Judicial (OIJ), al Ministerio Público y a otras fuerzas de prevención y represión del delito ha generado una ola de indignación. Este acto, que algunos consideran inoportuno, ha dejado a muchos
habitantes preguntándose si el gobierno realmente está comprometido con la seguridad de quienes; viven, estudian, trabajan y transitan por las calles del país.
Mientras los delincuentes gozan de una tranquilidad inusual, seguros de que no serán sorprendidos en sus momentos de descanso, la población honrada enfrenta el temor constante de ser víctima de hechos violentos, incluso dentro de sus propias viviendas.
La decisión de limitar la acción policial en ciertos horarios ha sido vista por la gran mayoría, como un favor a quienes infringen la ley, dejándolos con una ventaja que pone en riesgo a los ciudadanos de bien.
Durante años, la tradición gubernamental ha sido proteger a los buenos y perseguir a quienes alteran la paz social. No obstante, en los últimos tiempos, esta dinámica parece haberse deteriorado, obligando a la ciudadanía a organizarse para recuperar la seguridad perdida. En medio de un año electoral, este tema cobra aún más relevancia.
Dentro de poco, quienes hoy limitan la acción de las autoridades vendrán a pedir votos para la conformación de un nuevo grupo legislativo. En este escenario, la decisión de la población será clave para determinar el rumbo del país.
Ante esta situación, los ciudadanos se enfrentan a un dilema crucial: permitir que las decisiones políticas sigan beneficiando a quienes generan temor, o exigir medidas que garanticen la seguridad de todos. La historia ha demostrado que los pueblos pacíficos, honrados y trabajadores no se rinden fácilmente.
Como bien señala la frase: «Sepamos ser libres, no siervos menguados.» Es momento de que la voz de la ciudadanía se haga escuchar, en resguardo de nuestra tranquilidad.
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