Consecuencias psicológicas ante el mal estado de las calles y aceras

03/12/2019 En recorrido por las aceras de San José en mal estado y que no cumplen con la ley 7600. foto Alonso Tenorio
Panorama Digital
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Consecuencias psicológicas ante el mal estado de las calles y aceras
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El mal estado de las calles y aceras de nuestro país, afecta el bienestar psicológico, debido a la horrible sensación angustiosa de tener un accidente por caer en un hueco ya sea caminando o manejando.

Tristemente es una realidad, donde muchas personas han requiriendo tratamientos de rehabilitación por una caída aparentemente pequeña o pasajera.

Algunas no pasaron de una raspada, pero otras caídas implicaron fracturas de rodillas, tobillos, y hasta de cadera.   

Todas las edades de nuestra población costarricense se ven amenazadas. Para   usuarios de sillas de ruedas, las aceras son amenaza. Los niños peligran al jugar con patinetas, patines, bicicleta o simplente cuando se ponen a correr, como es su naturaleza, ante irregularidades de la acera, huecos erosionados con el tiempo o por falta de la tapa en las alcantarillas.

En carretera las amenazas son peores y mortales. Motocicletas, y bicimotos que deben frenar de golpe por no ver  bien un enorme hueco debido a las fuertes lluvias y así conductor y pasajeros pueden caer aparatosamente y graves heridas e incluso hasta morir en el momento, a causa de los golpes recibidos.

Otras acciones inesperadas por huecos y mal estado de las carreteras, generan choques entre dos o múltiples vehículos. Esto a pesar de conducir responsableme y a conciencia, cuidándose así mismo ynla familia. 

Vivir todos los días éstas amenazas, sin poder evitarlas, ni saber a quien reclamar, debido a la evasión de las autoridades responsables en estos casos, afectan profundamente la salud mental.

Vendrán efectos psicológicos fuertes como ira, miedo, ansiedad, estrés que podrían llegar a ser estados permamentes para algunos. Dificultad para concentrarse en detrimento de las funciones laborales. Depresión tras enfrentar dificultades de salud, y sobre todo económicas.

En las familias se alteran las dinámicas cotidianas, por requerir asignar cuidadores ante las nuevas necesidades de quienes sufrieron el accidente de tránsito o caminando.

Ojalá que las autoridades asuman, y empiecen a abordar este mal, que ya es un grave problema de salud pública.

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