La edad. ¿Una forma de discriminación?

De no haber sido por una suerte de revuelta universal, donde incluso participamos con comentarios en Panorama de la Cámara Nacional de Radiodifusión, este año, con la complicidad de la flamante embajadora de Costa Rica ante el foro de la Organización Mundial de la Salud, las personas mayores de 65 años hubiéramos sido declaradas automáticamente enfermas, una forma terrible de discriminación.

El tema de la edad de sus congéneres se convierte para algunos en una obsesión, como si fuera algo relevante, no la intromisión en el derecho a la intimidad de cada quien.

Es bien sabido que existe al menos dos edades claramente identificadas, la cronológica, esa que se lleva desde el momento del advenimiento al mundo luego del parto, celebrada por algunos, inadvertida para muchos e igualmente la edad biológica, todos los organismos reaccionan diferente, hay condiciones genéticas, estilos de vida, predisposiciones definitorias del tránsito por la existencia.

La denominada Zona Azul en algunos lugares de la provincia de Guanacaste, especialmente Nicoya y Santa Cruz, donde es común la presencia de personas centenarias con envidiable salud, es un claro ejemplo, en tanto otros desde temprana edad manifiestan patologías como diabetes, hipertensión, discapacidades.

La edad, lejos de ser un asunto inclusivo, se ha convertido en una forma de discriminación, el joven por inexperto no consigue empleo, el de mediana es despreciado porque al decir de algunos está sobrecalificado, así sucesivamente, ni que decir de los adultos mayores, quienes con toda la sabiduría acumulada son literalmente enviados al cajón del olvido. El caso de las mujeres amerita capítulo aparte, la mayoría con roles de compromiso que superan con creces cualquier jornada ordinaria.

Hace unos días, un amigo me solicitó le ayudara a su hijo a contestar un cuestionario relacionado con el tema del sueño, en el documento se identificaban al menos seis etapas, partiendo de los niños ubicados entre 7 y 11 años, adultez temprana de los 26 a los 40, así sucesivamente hasta la denominada adultez tardía o vejez luego de los 65.

Esos paradigmas de la creación humana, deben ser revisados en el sistema educativo, hoy es bien sabido de octogenarios totalmente activos física e intelectualmente.

La edad no deja de ser una ficción, máxime si la confrontamos con la realidad de la muerte, todos desconocemos la cercanía o inminencia de la parca.

Los creyentes nos decimos creados a imagen y semejanza divina: “Yo Soy el que Soy” según el Éxodo, le dijo Dios a Moisés, durante la liberación del pueblo hebreo esclavizado por los egipcios, en tanto, nosotros, simples mortales, andamos hurgando, muchas veces discriminando con la edad del prójimo, algo que definitivamente, no nos importa.

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