¿Buena suerte o mala suerte?

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¿Buena suerte o mala suerte?
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Uno de los sacerdotes más sabios, el hindú Anthony de Mello, murió relativamente joven, antes de los 60 años, no obstante; su legado perdura en libros maravillosos como el de Sanación Interior, aún después de su partida sigue ayudando a muchas personas.

En sus frecuentes prédicas hacía mención de una famosa leyenda china, algunos la denominaron: “Mala suerte o buena suerte”, en síntesis, refería la historia de un anciano, tenía un caballo, un día desapareció, entonces sus vecinos llegaron a consolarlo, el hombre replicó: “mala suerte o buena suerte” a los días el animal venía con otros siguiéndolo, entonces exaltaron su ventura, respondió con la consabida pregunta: ¿Buena suerte o mala suerte? El hijo del hombre se puso a domar una de las bestias, lo botó produciéndole múltiples fracturas, de nuevo las condolencias, la respuesta no varió, a los días pasaron reclutando jóvenes para el ejército, por sus lesiones fue eximido del frente de guerra.

Con todo este tema del COVID, cuando comenzábamos a divisar la luz al final del túnel, se viene la invasión rusa a Ucrania, como se dice popularmente: “¡éramos tantos, parió la abuela!”

En estas circunstancias cabe preguntarnos como en la leyenda asiática: ¿Buena suerte o mala suerte?

Los augurios no son promisorios, las materias primas se encarecen en todo el mundo, el precio del petróleo alcanza sumas sin precedentes, los insumos para la agricultura triplicaron el valor, podría hacer un largo enunciado de lamentos, no obstante; el propósito de este comentario, lejos de sumirnos en la desesperanza, es convertir situaciones aciagas en verdaderas oportunidades de crecimiento.

El otro día en la feria del agricultor al adquirir unas remolachas, el vendedor hizo la pregunta: ¿Con o sin hojas? Alguien al lado señaló el valor nutricional de lo que para algunos son desechos, por ejemplo, comentó, se puede hacer delicioso picadillo o una especie de pañuelitos bien condimentados rellenos de carne.

Nuestros abuelos hacían malabares, los alimentos alcanzaban para la numerosa prole, era tan milagroso el asunto, alcanzaba para improvisadas visitas, hasta para mandarle un gallito a la vecina.

Debemos repensar nuestros hábitos de consumo, a tono con la recién pasada Semana Santa, la Verónica no está para tafetanes.

Consumir productos de temporada en este privilegio de país donde abundan frutas, verduras, legumbres, no siempre los cortes de carne más caros son los mejores, hay partes del pollo, res o el pescado con altos valores nutricionales a precio moderado.

Revisemos el legado de los antepasados, el COVID, la invasión. ¿Buena suerte o mala suerte? A lo mejor estamos ante una hermosa oportunidad de repensar lo esencial de la vida.

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