Mujeres ejemplares

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Escritora de 16 libros, Premio Magón, ex profesora universitaria, con noventa y seis años de edad y recuperándose de una operación de cadera, fue a votar en compañía de sus hijas y nietas. Esta dama, amiga de los pobres, filántropa de la niñez y defensora de los derechos humanos de la mujer, se llama Julieta Pinto González. La indignó un ataque a la fe católica imperante.

A ella le desagradan estas menciones, pero lo hago no solo porque le tengo gran estima, sino porque también otras mujeres costarricenses honran al país y representan un ejemplar feminismo. Hasta el cielo nos ha enseñado cómo tratar a la mujer y defender sus derechos. Tenemos en ellas un tesoro invaluable. La mujer,  cada día vale más: trae vida al mundo, armonía y felicidad. Nadie puede dudar de sus valores humanos y espirituales, sin los cuales no podríamos vivir.

La segunda ronda electoral ha pasado un claro mensaje a los políticos: insistir en que el país permanezca unido y animado de respeto y tolerancia, de honradez y solidaridad, trabajo útil y activo y siembra de paz y de libertad, fundamento esencial de nuestra democracia. Labor del gobernante es también psicológica: sacar a la nación de la pereza, la comodidad, la pasividad y el conformismo.

Es el tiempo oportuno de que la mujer será más incorporada a las tareas gobernativas, a fin de aprovechar talento, valores y su capacidad de diálogo y de terminar las cosas bien acabadas. Asimismo, su sutil y persuasivo poder espiritual sobre el hombre, completa y armoniza las tareas del hogar y este arte suyo se proyecta y mejora las tareas siempre encomendadas al hombre.

No hay razón para excluirlas de ciertas actividades y pagarles menos. Debe zanjarse  esta división laboral y política. La sociedad civil mejora en comprensión, respeto y tolerancia mutuos  cuando a la mujer se la trata en su condición de persona,  cuando se siente partícipe de todo y para todo. Es muy conveniente exterminar de nuestra cultura democrática tanto separatismo, y no conceptuemos la participación masculina como un privilegio propio de los hombres.

Respetemos y amemos a la mujer. Formemos juntos un buen complemento existencial. Como ellas, no podemos estar en varios asuntos a la vez. Admitamos que nos superan. Una mujer así, como Julieta Pinto, imbuida de dignidad, valentía y coraje, es el complemento de un buen gobierno.

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