Una Navidad más allá de la irresponsabilidad

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Una Navidad más allá de la irresponsabilidad
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Para nadie es un secreto que en la época navideña muchas personas se convierten en verdaderas “máquinas de gastar dinero”. Imágenes tales como cientos de personas aglomeradas en los centros comerciales aduciendo la necesidad de comprar regalos para sus familiares o amigos, son parte de ese irracional e irresponsable escenario navideño.

Señalo que irracional e irresponsable porque muchas personas gastan gran parte de su dinero en banalidades cuando tienen necesidades más urgentes como, por ejemplo, pensar en la inversión educativa de los hijos o adquirir una casa propia. O a veces hasta se endeudan con tal de comprar lo que se pueda. Y es aún más grave si se tiene en cuenta que la búsqueda compulsiva por alcanzar mayores niveles de consumo exacerbado no garantiza unión ni una convivencia armónica.

Definitivamente el bienestar de los hijos, el fortalecimiento de las relaciones de pareja o la convivencia familiar o de amistad, no se miden por los regalos, sino por la voluntad que existe en los miembros de una familia o de los amigos por aprovechar la Navidad a fin de reforzar los lazos de afecto y agradecimiento.

Además, hay que tener presente que el origen de la Navidad dista mucho de la compra compulsiva de regalos. La fiesta cristiana que conmemora el nacimiento de Jesús debe seguir siendo considerada como el momento propicio para recordar que el nacimiento del Hijo de Dios es una fecha propicia de reflexión para vivir, a plenitud, la solidaridad, la esperanza y el amor.

Por supuesto no se puede negar que entregar algún gesto de cariño a quienes apreciamos es muy valioso y satisfactorio, y quien pueda hacerlo que lo haga; pero a como se encuentra nuestro escenario económico, lo importante es recordar que los gestos de cariño más significativos somos nosotros mismos.

Lo más valioso es nuestra presencia, nuestras palabras, nuestros abrazos, nuestra compañía, nuestras sonrisas, nuestros gestos de solidaridad con quien menos tienen…; por eso hay que evitar un consumo irresponsable que termina perjudicando más del bien momentáneo que puede hacer un regalo.  

En este sentido, bien vale recordar lo que decía el papa Benedicto XVI: “El consumismo puede apartarnos de esa nostalgia interior de la Navidad, pero la Navidad puede aún hoy fascinar ya que responde a las aspiraciones y esperanzas más profundas del hombre a quien nunca podrá dar respuesta el consumismo”.

Por ello, si bien la publicidad influye en el comportamiento de los consumidores, lo que incide más en ese excesivo consumismo es la falta de responsabilidad de la gente que compra más allá de lo que le permite su presupuesto. ¡Seamos responsables!, de nosotros depende vivir una Navidad más allá del consumismo exacerbado y la irresponsabilidad

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