Un año más en las manos de Dios

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Un año más en las manos de Dios
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Finalizamos hoy el año civil 2020, un año muy duro y difícil, marcado por el dolor y las consecuencias que ha dejado la pandemia provocada por el COVID-19 en todo el mundo y, desde luego, nuestra nación no escapó a sus efectos.

Nos solidarizamos, en primer lugar, con aquellas familias que han perdido a uno o más miembros por causa de esta enfermedad, y lo hacemos confiados en el Dios de la esperanza, porque hay vida más allá de la muerte. Nos unimos a todos quienes han sufrido la enfermedad, y nos alegramos por quienes felizmente se han recuperado.

Repasamos también serios problemas sociales y económicos que nos golpearon, lamentamos el aumento de la pobreza y el desempleo, así como las profundas divisiones que nos afectaron en estos doce meses.

Sin embargo, también ha sido un año marcado por la solidaridad, por la vitalidad de nuestro sistema de salud, por un ejército de personas que, desde la primera línea de atención, cuidaron de la sociedad. Ha sido un año de muchas lecciones que ojalá aprendamos y asumamos para vivir mejor.

Exaltamos los esfuerzos de miles de educadores, quienes junto a los padres de familia sacaron adelante un año lectivo para seguir llevando la educación que tanto necesitan las nuevas generaciones.

Hay grandes ejemplos de productores y empresarios que han logrado mantener el trabajo de un sector importante de la población. Muchos signos positivos podríamos destacar en medio de las dificultades, debemos reconocer el esfuerzo de grandes y pequeños, del sector público y el privado, ¡de todos!

De cara al año 2021, pongamos todo en las manos de Dios; depositemos nuestra confianza y esperanza en el Creador del universo y dueño de la vida. En medio del acelerado ritmo que muchas veces vivimos, detengámonos a orar, a hacer una pausa, a agradecer y reconocer tantas bendiciones que recibimos.

No nos dejemos vencer por el pesimismo o la desesperanza, tampoco seamos portadores de malas noticias, no contribuyamos al odio ni a la división entre hermanos. Como seres humanos, como habitantes de este país, unámonos todos en un objetivo común, caminemos con ilusión al año del Bicentenario, pensemos en el bien común, sigamos construyendo la paz, fortalezcamos la justicia social, retomemos los valores que han hecho de Costa Rica un gran país.

Conscientes que la pandemia no ha terminado, no claudiquemos, podemos juntos superar la adversidad, cuidemos unos de otros.

Como pastor de la Iglesia, envío mi bendición para toda Costa Rica, imploro la intercesión de nuestra Madre, la Virgen María Reina de los Ángeles, y suplico la protección de Dios para que todos tengamos un próspero año 2021.

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