Trabajemos por la paz

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Trabajemos por la paz
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La humanidad atraviesa uno de los momentos más complicados, duros y hasta de gran crueldad, cuando una serie de conflictos armados suceden en distintas partes del mundo, en algunos casos con disputas que hunden sus raíces desde hace varios años, incluso décadas o hasta siglos.

Hace poco más de 50 años, el entonces Papa Juan XXIII decía en su Encíclica Pacem in Terris: “Todos deben convencerse que ni el cese en la carrera de armamentos, ni la reducción de las armas, ni, lo que es fundamental, el desarme general son posibles si este desarme no es absolutamente completo y llega hasta las mismas conciencias; es decir, si no se esfuerzan todos por colaborar cordial y sinceramente en eliminar de los corazones el temor y la angustiosa perspectiva de la guerra.”.

Cuando el Papa Juan XXIII escribía esas líneas, el mundo experimentaba uno de los momentos más tensos en la historia del mundo… se vivía gran tensión en medio de la Guerra Fría. Igual que entonces, los esfuerzos por frenar cualquier intención de guerra deben redoblarse.

Como hace medio siglo, la humanidad ha atravesado otra serie de conflictos mundiales con devastadores resultados para la sociedad; hemos sido testigos de genocidios en muchas partes del planeta y parece que no aprendemos la lección.

Sin el respeto al otro no puede haber un principio para la paz; sin el respeto al territorio de los demás, tampoco podremos aspirar a tener paz.

Tantos horrores de los que da cuenta la historia y tantos horrores que hoy vemos cuando no se tiene misericordia de niños inocentes, deben llevarnos a una amplia reflexión y a tomar acciones concretas. Es preciso trabajar por la paz; debemos exigir la paz a los líderes mundiales; debemos construir paz desde donde nos encontremos.

Cada vez es más claro que un conflicto armado o cualquier de crisis en un sector del mundo nos perjudica a todos. Por consiguiente, no podemos ser indiferentes cuando suceden este tipo de tragedias o guerras.

Para los creyentes en Dios, implorar la paz es también una obligación y debe ser una convicción poner nuestra esperanza en aquel que no defrauda. En todos los hombres de buena voluntad, sabemos también que existe el anhelo de paz por el clama nuestro mundo.

Debe trabajarse desde las naciones por consolidar puentes para la paz, por construir caminos de tolerancia y trabajar por aquellos ideales que permitan a todos un desarrollo integral, condiciones más justas y más humanas para todos: ahí podemos estar seguros que se construye paz.

¡Debe desterrarse del corazón del hombre cualquier intento de guerra si realmente queremos construir paz!

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