Ser Papá… una digna, noble y sublime misión

El título de Papá no se adquiere simplemente con engendrar hijos, es una misión que va más allá de la responsabilidad como proveedor o la figura enérgica que castiga, producto del, “vas a ver cuando llegue su Papá”, como se ha querido estigmatizar injustamente la figura paterna.
El buen papá más que un proveedor responsable, es aquel que cumple de corazón con sus obligaciones mas no por obligación, es aquel que siente y sufre en carne propia el quebranto de salud de cualquier hijo, es aquel que anhela llegar a casa a disfrutar de dar amor, orientación, protección y tiempo de calidad a su familia.
Cada día trae consigo sus propios afanes, en el trabajo para el padre no faltan los conflictos por resolver, el estrés y la fatiga al final de la jornada laboral desgasta, el padre desea llagar a casa y sumirse en abrazos y cariños, lo que menos desea es escuchar la tradicional lista de quejas, para luego convertirse en el ogro que castiga.
La educación, orientación y el establecimiento de límites y normas para con los hijos, es responsabilidad mutua, en partes iguales para la madre y el padre, donde ninguno de los dos puede desmerecer la autoridad que cada uno posee, deben establecer acuerdos y encontrar el momento adecuado para hablar sobre ello.
Digna, noble y sublime la misión de un buen padre, como la de una buena madre, brillante la luz de una buena madre, como la luz de un buen padre, es necesario poner en justa balanza, el reconocimiento que merecen los buenos padres que, por bendición son más los abnegados y responsables padres, que los desnaturalizados.
El hogar representa la cuna del más rico humanismo, la familia es la célula viviente de la sociedad, lamentablemente la crisis moral por la que atraviesa la sociedad, el desplazamiento de Dios como eje central de la familia y el deterioro los valores, da como resultado la pérdida de la paz social y la violencia imperante.
En el seno familiar, el padre y la madre son los responsables de enseñar a los hijos los valores fundamentales para una sana convivencia, como el amor a Dios, al prójimo, al estudio y al trabajo, la honestidad, respeto a la vida, conservación ambiental y habilidades blandas, para garantizar una sociedad justa y en paz.
El día del padre no es un día cualquiera, es un día de gratitud, reflexión y reconocimiento, a la labor digna, noble y sublime de todos aquellos buenos padres que cumplen con amor, esmero, ética y trabajo honesto la misión encomendada, con ello ser luz, ejemplo y promotor de bienestar y progreso para la familia.
Feliz, brillante y bendito día, el próximo domingo, para todos los buenos y responsables padres.
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