Respondamos juntos a la Emergencia Nacional
Ante un hecho sin precedentes, como lo es la Emergencia Nacional decretada por causa del COVID-19 (Coronavirus), es necesario que tomemos real y verdadera conciencia de la situación a la que nos estamos enfrentando.
Desde la Conferencia Episcopal de Costa Rica, los obispos, como pastores del pueblo de Dios, hemos hecho un llamado claro a atender todas las recomendaciones que, incluso a modo de clamor y apelo a reaccionar, han hecho las autoridades de gobierno en el área de la salud.
La gravedad del virus, declarado Pandemia por la Organización Mundial de la Salud, pone no solo al país, sino al mundo entero ante la urgencia de tomar medidas que igualmente no tienen precedentes. Aislarnos en las casas, no ir a sitios públicos -si no se tiene real urgencia de ello- implementar teletrabajo para los que pueden hacerlo, son solo algunos de los llamados que responsablemente debemos atender. Hay muchos que, por su oficio, necesidad o situaciones particulares, no pueden atender estos consejos; pero los que no atienden, pudiendo hacerlo, realmente comprometen gravemente la salud de todos.
Para el pueblo creyente, el llamado que hemos hecho los pastores de quedarse en casa, va en total consonancia con la caridad que nuestro Señor Jesucristo nos pide. Si de verdad amamos al prójimo, una buena forma de demostrarlo es quedándose en casa. Dios no nos pide nada imposible, máxime en esta situación de emergencia y riesgo extremo.
En este sentido, nadie debe sentirse mal por no poder participar de las diferentes actividades religiosas y litúrgicas. No hay razón para sentir mal de conciencia o escrúpulo. Como pastor, exhorto a que tomemos conciencia de la situación extraordinariamente grave en la que nos encontramos y que actuemos en consecuencia.
Tenemos en nuestras manos la posibilidad de unirnos y superar esta crisis sanitaria. Sabemos bien que se desencadenarán otras crisis a nivel económico, laboral, etc. pero, en este momento, sin duda la salud de todos es lo más importante.
Imploro al Señor Jesucristo que nos permita tener la claridad y sabiduría para responder al bien común, atendiendo puntual y responsablemente lo que se nos pide. Del mismo modo, estoy seguro de que nuestra sociedad, superada esta crisis, sabrá responder para restablecer, a la brevedad posible, todo lo que sea necesario en las otras materias. Es cuestión de unirnos y actuar todos ya.
Tengamos presente que esta crisis y emergencia nos obliga a cuidarnos mutuamente y a salvaguardar la sociedad que hemos construido, con la esperanza de hacerlo cada vez mejor y de darnos cuenta de que no vivimos en una burbuja, de darnos cuenta de que nos necesitamos unos a otros.
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