¿Qué hemos hecho de Costa Rica?

Con nostalgia, tristeza e impotencia, se recuerda la estampa del costarricense en los cafetales, al recolectar el grano de oro, incluso escuelas y colegios sincronizaban las vacaciones para que los estudiantes participaran en las cogidas de café, que representaba trabajo honesto, ingresos económicos y sustento para los hogares.

El costarricense de esa época construía casas, edificios, carreteras, y lo más importante, construyeron una Costa Rica de valores y oportunidades.  Eran ciudadanos con un profundo amor por la patria y sentido de pertenencia, aunado a la generosidad de compartir lo nuestro.  Hoy se regala e hipoteca nuestro país.

En otrora el trabajo era honor, un derecho y bienestar, el costarricense gozaba de oportunidades, orgullo de la labor y un Ministerio de Trabajo que consolidaba el trabajo como una institución. Hoy impera el trabajo informal, con mano de obra no calificada a mitad de precio y sin garantías sociales, impera el desempleo.

Esta no es la idiosincrasia del auténtico costarricense, señor presidente Don Carlos Alvarado, miembros del gabinete, diputados y demás funcionarios públicos. Es ingrato, deshumanizante y falta de responsabilidad, que el desempleo alcance en esta administración cifras récord y que el empleo informal sobrepase el millón.

Es inverosímil escuchar por los medios de comunicación los tecnicismos floridos de palabras bonitas tenidas de excusas y falsas promesas que, los más de 306.000 costarricense sin empleo no entienden, no sólo eso, no tienen tiempo, porque hoy tienen que dar de comer a sus hijos, hoy tienen que cubrir necesidades básicas.    

Existen más de 306.000 rostros humanos tan sólo como punta del iceberg, detrás sus familias con el estómago vacío, sueños destruidos y la desesperación como el pan de cada día.  Más de un millón de empleos informales, la mayoría no generan el salario mínimo, menos cuentan con garantías sociales.

Se desmorona la sociedad de oportunidades con que contaba Costa Rica, sociedad   que se ha trasformado en terreno fértil para el incremento de la pobreza, el alto costo de la vida, evasión y corrupción, delincuencia, drogadicción y narcotráfico, inseguridad ciudadana y falta de oportunidades, más un déficit fiscal incontrolable.

No es negociable, menos aceptable para el pueblo de Costa Rica seguir bajo la inoperancia de un aparato burocrático que, a estas alturas no tiene un norte concreto que conduzca a una reactivación económica, empezando porque ya nuestro país dejó de ser un atractivo para la inversión extranjera, por todo lo anterior.

 “Del mismo cuero salen las correas”, si la educación a nuestros jóvenes no otorga las herramientas entonces.  ¿Qué hemos hecho de Costa Rica?