¿Qué hacer ahora?

La Carpio. San Jose, Costa Rica. Foto LA PRENSA/Archivo
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¿Qué hacer ahora?
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Como siempre, volver al trabajo y la paz. Lo dice mejor el Himno Nacional: “Vivan siempre el trabajo y la paz”. O sea, recomenzar, o como cantaba nuestro poeta Julián Marchena: “Y morir en un peñón abandonado con las alas abiertas para el vuelo”.  Un amante de la vida y la esperanza diría: “Con los pies en la tierra y volar con las alas abiertas hacia el Cielo”. ¡A tanto que debemos volver, sobre todo a la conquista del afán de cada día! Luchar es vencer, y se vence con mayor gozo cuando, con sencillez de corazón,  se acude a la ayuda divina. Nadie pierda la esperanza de conquistar lo mejor.

Si recordamos las elecciones recién pasadas, comprobamos que perdieron quienes prefirieron acogerse al abstencionismo, cualquiera hubiese sido su razón. Lo cierto es que dejaron de fortalecer la democracia, la libertad y la paz. Fue una forma directa de empobrecer nuestra memoria democrática; vale decir, la red de libertades, la paz acumulada, la justicia social y el Estado de  Derecho y tantas cosas más que constituyen esta democracia, como la comprensión, la solidaridad y el respeto.

Salirse de este contexto socio-político de nuestra realidad patriótica, es desinteresarse de los problemas nacionales. Nadie vive exento de interesarse por algo. Interesarse viene del latín intra esse, que significa entrar en el ser. En este caso, entrar en el país donde se vive y se trabaja. Nadie vive en una nación inexistente. Por tanto, ninguno debe sentirse apátrida, sin patria. Es decir, desinteresado de su país. Por ejemplo, desinteresado del pago de impuestos, de saber cuál es el monto del salario mínimo, las cuotas del Seguro Social, el precio de la electricidad, de los transportes públicos o de los combustibles.

Un problema serio que afronta el país es el de los pueblos marginados. A su vez, dos mujeres costarricenses nos dan un ejemplo de patriotismo. Ellas son Maristela Fernández y Dora María Sequeira, quienes han desarrollado, ingentemente, programas de enseñanza y recuperación  en dos barrios muy marginados del país. Uno en la Carpio y otro en Desamparados. El trabajo realizado por ellas es de nivel internacional.

Ojalá otros países repitan su encomiable labor; pero sobre todo el nuestro, que no ha sabido llevarles a estos pueblos marginados el suficiente progreso, la educación acorde con el desarrollo moderno, vivienda, salud y bienestar.  Como decía un autor: “Subir a los de abajo sin bajar a los de arriba”.¿Será posible?

El reto que se le presenta al nuevo gobierno consiste en brindar la debida atención a las necesidades más urgentes del país, tanto como a los pueblos marginados; o sea, como dice un autor, “subir a los de abajo sin bajar a los de arriba”.

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