¡Mil gracias doña Inés!, querida amiga y maestra…

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¡Mil gracias doña Inés!, querida amiga y maestra…
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Decía el poeta alemán Bertolt Brecht que “hay individuos que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”. Esta frase se le puede atribuir, particularmente, a doña Inés Sánchez de Revuelta, pues fue una mujer imprescindible en la televisión y cultura costarricense.

En ella destacaba el gran nivel de compromiso, amor y responsabilidad que tenía para con su trabajo, pues se percibía que asumía el trabajo como una manifestación de la vocación que poseía acompañada de un espíritu de servicio hacia los demás.

Ello quedó plenamente demostrado al haber podido mantenerse tantos años al aire con un programa de televisión como Teleclub y, además, haberlo hecho con tanta ética, pasión e integridad, pues perfectamente se puede decir que el éxito de doña Inés estaba en el hecho de haber comprendido que el verdadero sentido del éxito profesional consistía en que la persona, mediante cualquier labor que realizara, debía disfrutar, respetar y amar, con extrema autenticidad, su trabajo.

Por eso, aunque ya haya trascendido físicamente, su legado permanecerá; pues personas como ella son las que debemos emular, en especial las nuevas generaciones, pues se constituyó en forjadora de valores como la dedicación, perseverancia, constancia y rectitud. Quien hizo de la experiencia una fuente incansable de sabiduría que nos puede servir de estímulo para hacer de nuestro trabajo una actividad más responsable y productiva.

Definitivamente doña Inés se convirtió en una de las conductoras con más carisma; toda una dama de la televisión nacional; una forjadora de una cultura televisiva caracterizada por el esfuerzo, la motivación y honradez; además que hizo de Teleclub todo un semillero de enseñanzas, valores y servicio para y por la familia.

Ojalá nos siga sirviendo de inspiración esa energía, pasión y ese amor por el trabajo, por la vida, como lo tuvo doña Inés; es una hermosa manera de rendirle un homenaje a quien, con constantes aportes, dejó una huella especialmente propositiva en Costa Rica. Además, recordemos lo expresado por el escritor francés François Mauriac: “La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo». 

Muchas gracias a doña Inés por su amistad; por tanto cariño; por su gran confianza en mi trabajo; por tan valiosas enseñanzas; por tanto apoyo; por dejarnos un legado de gran profesionalismo… Fue, es y será un gran honor y una bendición el haber trabajado al lado de una persona tan ejemplar. Mi absoluto agradecimiento, gran admiración y perpetuo cariño hasta el infinito.  

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