La sangre corre por las calles

Perdonen, sé que el título de este comentario resulta muy fuerte…pero lamentablemente es la cruda realidad que vivimos y que a diario nos salpica en la cara. Solo en un día, nos enteremos de balaceras sea en la mañana, tarde o noche; ataques armados sin piedad, muertos a manos de sicarios, femicidios, víctimas colaterales.
El hampa se adueñó de las calles y las acciones para mitigar la tragedia son débiles, flojas…
Ante el incremento en los asesinatos, la repuesta más que visible ha sido: pleito entre poderes de la República y una injustificada marcha contra el Fiscal General; como si él tuviera la culpa. Es hora de frenar esta ola de criminalidad, de dejarse de paños tibios, de decir qué hacer se dice mucho pero, a la hora de la verdad, se está haciendo muy poco.
Hace 11 años, Costa Rica ocupaba el lugar de privilegio como el país más seguro de Latinoamérica, en el Índice de Seguridad Pública. Esto se logró con el mismo Ministro de Seguridad, las mismas leyes y el mismo Poder Judicial que tenemos actualmente.
¿Qué ha pasado, entonces?
Nos hemos ido en discursillos baratos, evadiendo responsabilidades, mientras que el hampa camina tranquila por las calles haciendo de las suyas.
¡Ya basta de tanta palabrería y asumamos las responsabilidades! No se puede ganar la lucha contra la delincuencia mientras, por ejemplo, en el cantón central de Limón haya solo dos patrullas en funcionamiento. No se puede ganar esta batalla mientras el Ministerio de Hacienda ponga condiciones para girar los recursos adicionales que se aprobaron para la policía.
Esta pelea la vamos perdiendo porque la Fuerza Pública está acuartelada, porque los policías trabajan en malas condiciones, porque no se asignaron suficientes recursos para mantenimiento de unidades policiales y un sinfín de etcéteras.
La perdemos porque estamos invirtiendo cada vez menos en programas sociales, en atacar la pobreza y en darle a nuestros jóvenes mejores condiciones. Pero, sobre todo, la estamos perdiendo porque nos hemos dividido como país… No deberíamos estar tan tranquilos mientras siga corriendo sangre inocente.
Costa Rica, nuestra patria querida, hoy llora los muertos y cuando ya entramos en campaña electoral…. que no nos importe quién tiene la razón, que no se nos nuble la razón y concentrémonos en lo realmente importante: la vida de las personas.
Con el incremento galopante en la criminalidad perdemos todos.
Cuando alguien muere asesinado, el corazón de nuestro país debería llorar intensamente. No es una estadística, es el hijo o la hija de una madre o un padre, que abrazará el féretro con enorme angustia y dolor.
Abracemos la esperanza y pidamos a Dios sabiduría para acabar con esta crisis.
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