La Navidad y el jardín que renace en nosotros

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La Navidad y el jardín que renace en nosotros
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La Navidad siempre llega con una luz especial. Es una claridad que no depende de las bombillas ni de los adornos; es la luz que nace en el corazón, esa que nos recuerda que incluso en los años más difíciles, la esperanza encuentra la manera de florecer. En esta época miramos a Costa Rica como a un gran jardín: diverso, frágil, hermoso, lleno de raíces profundas y capaz de renacer aun después de las estaciones más duras.

En cada comunidad, en cada hogar, la Navidad actúa como una lluvia suave que limpia el polvo acumulado del camino. Las preocupaciones se hacen más livianas, los abrazos se vuelven más sinceros y la vida recupera un ritmo que habíamos perdido entre el ruido de los días de la violencia y los apuos. Es el momento en que el jardín interior empieza a abrirse de nuevo en cada corazón, para dejar entrar la luz que tantas veces dejamos afuera sin darnos cuenta.

La metáfora del jardín nos acompaña hoy para recordarnos que la Navidad no es solo celebración: es también recogimiento, renovación y siembra. Cada gesto de bondad es una semilla. Cada palabra que consuela es un riego. Cada acto de solidaridad es un rayo de sol que toca la tierra y la vuelve fértil. Y cuando un país se permite sembrar estos pequeños gestos, el jardín colectivo florece con una belleza que trasciende las diferencias y abraza lo esencial: la dignidad, el respeto y la paz.

Qué regalo tan grande sería que esta Navidad renovara en nosotros el amor, la paciencia y la capacidad de escuchar. Que nos encontrara más dispuestos a perdonar, más abiertos a compartir, más sensibles al dolor ajeno y más agradecidos por lo que la vida nos da cada día. Porque en los jardines —como en la vida— nada florece por imposición: florece por cuidado, por constancia y por amor.

Nuestro deseo es que en cada hogar de Costa Rica esta Navidad, se encienda una luz que permanezca. Una luz que nos devuelva la confianza en lo bueno, que nos recuerde que aún somos capaces de construir comunidad, de tender la mano y de acompañarnos con respeto. Que la noche de Navidad despierte en cada familia la certeza de que, aunque haya ramas secas, el árbol sigue vivo y pronto dará nuevas flores.

Que esta Navidad nos encuentre unidos, agradecidos y dispuestos a cuidar el jardín que compartimos como nación. Porque cuando un pueblo se cuida mutuamente, la esperanza vuelve a brotar.

Feliz Navidad, Costa Rica. Que la paz y la luz florezcan en cada corazón.

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